La satisfacción de vivir en Lima u otras ciudades del país es un gran desafío para las clases dirigentes.,De acuerdo con la información del Banco Interamericano de Desarrollo, al año 2050, el 80% de las personas vivirán en las ciudades, por lo que es importante que todos los involucrados tengan en cuenta que “nuestro bienestar, presente y futuro, está íntimamente relacionado a la calidad de nuestras ciudades, al modo en que su diseño promueve intercambios diversos y enriquecedores”. Mucho se propone y discute acerca de lo que deben contener los espacios públicos de las urbes, en los que el eje es la persona humana, alrededor de tres variables: acceso, permanencia e interacción. Un indicador interesante para Lima es que los centros comerciales (CC) tienen gran concurrencia (Jockey Plaza, dos millones de visitantes al mes) y la frecuencia de asistencia a ellos, en Lima norte, sur, este y centro, es de 5,2 veces al mes (Arellano Marketing 2017), pero obviamente su experiencia usuaria es solo el consumo comercial. En la capital, los parques zonales son otros lugares de gran afluencia, pero con respecto a los CC, sus fines y ubicaciones son divergentes. ¿Qué es lo que no permite que ambos se complementen, sobre todo en el caso de Lima? El tráfico vehicular caótico, además la falta de transporte público masivo (trenes o buses acoplados por líneas exclusivas), teleférico y transportes alternativos (bicicleta, patín, patineta y quizás scooters). Lima es un hub estratégico con proyección regional, por lo que la satisfacción de vivir en ella o en otras ciudades del Perú es un gran desafío para las clases dirigentes.