- “¿Vas a ser mamá?, pero ¿no ves tu condición?”, le dicen a María Laura Muñoz.
- “¿Qué condición?”, replica. “Si soy mujer como tú. Yo quiero ser mamá", añade.
- “Pero, ¿estás segura? Mira la carga que le vas a dar a tu mamá”, le cuestiona una conocida.
- “El hijo lo voy a tener yo y puedo hacerlo”, sentencia Muñoz con total seguridad.
María Laura es una mujer con discapacidad por secuela de parálisis cerebral que sueña con ser madre. Sin embargo, en reiteradas ocasiones ha sido cuestionada debido a que existe el falso mito de que ellas no están aptas para la reproducción o la crianza.
De acuerdo al Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi), la sociedad ha creado diversos mitos acerca de la sexualidad de mujeres con discapacidad, al considerarlas incapaces de ser madres. La carga negativa de este imaginario va asociada a “la idea de no reproducir aquello que la sociedad considera ‘anormal o disfuncional’”.
“Te ponen esa barrera que a veces a ti te acompleja”, confiesa María Laura. Pese a estos prejuicios, sabe que esta es una decisión que solo ella puede tomar y que no hay quién se lo impida.
Así como ella, las mujeres con discapacidad experimentan con frecuencia una doble discriminación: por su género y por su propia discapacidad, lo que deriva en la construcción de roles, estereotipos y barreras sociales que las limita ejercer sus derechos plenamente, como es el caso de su salud sexual y reproductiva.
La discriminación también viene de los profesionales de la salud, asegura Elizabeth Caballero, psicóloga y coordinadora del proyecto “Impulsando Prácticas no Violentas e Inclusivas hacia las Mujeres con Discapacidad en el Perú”. Afirma que las y los ginecólogos, así como quienes atienden en las farmacias incluso se horrorizan cuando saben que tienen una vida sexual activa y, más aún, cuando dan a conocer que quieren ser madres.
“Fui al hospital y le pregunté al médico por qué no salía embarazada, pues yo quería tener hijos. El doctor me dijo que era mejor que no tuviera hijos porque con mi discapacidad se me iba a complicar la vida”, es uno de los testimonios recogidos de una mujer piurana con discapacidad física por el Observatorio de los derechos sexuales y reproductivos de las personas con discapacidad (Odisex Perú).
María Esther Mogollón, directora de Odisex Perú, asevera que estos prejuicios en la mayoría de ocasiones ha generado que mujeres con discapacidad sean esterilizadas sin su consentimiento.
En el país no existen cifras oficiales sobre estas prácticas nocivas que suponen una violación de derechos sexuales y reproductivos. Sin embargo, se conoce uno de estos casos, gracias a la publicación del estudio sobre el “Impacto del zika y situación de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres con discapacidad en Piura”.
“Una señora contó que la esterilizaron después de tener su segundo parto porque su abuelita le dijo al médico que ya no debía tener más hijos. Ni siquiera le consultaron si quería hacerlo o no”, narra a La República Mogollón, quien lideró esta investigación hecha en 2017 y 2018.
A las mujeres con discapacidad no solo les niegan la maternidad, sino también a disfrutar su sexualidad libremente, apuntan diversos estudios.
“Existe el estigma de que las personas con discapacidad no tienen sexo porque son ‘niños eternos’, por lo tanto, son puros; y dos, porque nadie se fija en ellos”, indica a este medio la periodista Andrea Burga, quien tiene discapacidad visual.
Ella hace hincapié en que debido a que la población con discapacidad es muy diversa, los estereotipos son más en unos que otros. “En el caso de las personas con discapacidad física, se cree que no pueden tener sexo porque no sienten placer sexual, cuando la sexualidad es un conjunto de sensaciones y no tiene que ver necesariamente con la penetración. Luego, en el caso de las personas con discapacidad psicosocial, se cree que son hipersexuales”, explica Burga.
mujeres con discapacidad
En ese sentido, la psicóloga Elizabeth Caballero y la máster en Género y Sexualidad, María Mogollón, coinciden en que las personas con discapacidad son estigmatizadas e infantilizadas, vistas como seres que carecen de sexualidad, de erotismo, de deseos sexuales e incapaces de atraer sexualmente a otra persona.
“La última vez que fui al ginecólogo, que fue hace poco, él más miró a mi mamá y le preguntó a ella cosas que no sabía. Yo decía: ‘¿qué le pasa?’ Se supone que yo soy la paciente”, cuenta Talía Salazar.
A pesar del decreto legislativo 1384 que modifica el Código Civil, en el que se establece que las personas con discapacidad son capaces de tomar decisiones sin que dependan de un tutor que decida por ellas, Caballero dice que realmente esto no se pone en práctica con totalidad.
Por el enfoque “asistencial” y los estereotipos, los profesionales de salud ven a las mujeres con discapacidad como personas que no pueden valerse por sí mismas. “Dentro de los testimonios que hemos recogido, en el caso de personas con discapacidad visual o pequeñas, les exigen que vayan acompañadas de otra persona”, asegura la especialista.
“No hay una valoración de la persona que requiere el servicio o la orientación. Se las ignora y (los profesionales de la salud) hacen la pregunta a quien no va para el servicio”, añade.
Es así que, debido a que esta población se les impone trabas para acceder a planificación familiar y educación sexual, muchas quedan expuestas a abusos sexuales, confirma la psicóloga Caballero. Prueba de ello es que, de los 1997 casos de violencia de género a mujeres con discapacidad reportados por los Centro de Emergencia Mujer (CEM) entre enero y setiembre de 2019, el 18.1% corresponde a violaciones sexuales, sin contar los que no son denunciados por diversos factores.
“La educación sexual no es accesible para nosotras”, reclama Andrea Burga. Recuerda que la única “educación sexual” que recibió en el colegio fue cuando una profesora llevó unas imágenes para explicar qué era el coito.
Como ella no podía verlas, tuvo que preguntarle a su compañera para saber lo que la maestra estaba exponiendo. Sus explicaciones nunca llegaron a aclarar sus dudas sobre la sexualidad, ya que sus padres tampoco le hablaron sobre el tema.
“La educación sexual es un derecho que está vetado para todos. Ahora, hablar de educación sexual para mujeres con discapacidad es un sueño”, reconoce Burga. Por ello, considera necesario que la educación sexual integral sea accesible para todos y todas.
“Maquetas interactivas o recursos en altorrelieve pueden ser una buena opción" para personas con discapacidad sensorial. Del mismo modo, para quienes tienen discapacidad intelectual señala que se les podría explicar de manera más sencilla cómo es su cuerpo y no permitir que lo toquen sin su consentimiento.
1. Decidir si quieres o no tener hijos, cuándo y cuántos.
2. Prevenir el VIH/Sida y otras infecciones de transmisión sexual (ITS).
3. Acceder a servicios de salud que te informen, asesoren y brinden anticonceptivos
4. Recibir atención, apoyo y cuidados si vives con VIH/Sida.
5. Elegir con quién quieres tener sexo, seguro, placentero y libre de toda violencia y coerción.
6. Recibir educación sexual integral (ESI).
7. Poder interrumpir tu embarazo de acuerdo a las leyes vigentes en el país. Es decir, en el caso peruano, puedes acceder al aborto terapéutico cuando tu vida o salud peligra.
8. No poner en riesgo tu vida y salud en un embrazo, parto o puerperio.
9. Decidir sobre tu sexualidad y reproducción.
10. Conocer y amar tu cuerpo.
- De las 29 mujeres entrevistadas para el estudio “Impacto del zika y situación de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres con discapacidad en Piura”, solo una dijo que conocía lo que era el Anticonceptivo Oral de Emergencia (AOE), más conocida como píldora del día siguiente. El resto la desconocía.
- La mayoría de las entrevistadas de esa investigación señaló nunca haberse hecho exámenes preventivos de cáncer de mama, cáncer de útero e infecciones de transmisión sexual.
- En las entrevistas, algunas contaron que tienen dificultades para tener una pareja. Dijeron que sus padres las sobreprotegen no permitiéndoles salir.