Las recientes cifras publicadas por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) –que, con torpeza, el Gobierno trató de ocultar– confirmaron lo que analistas adelantaron: que el número de pobres y pobres extremos creció durante el 2023. Federico Arnillas, presidente de la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza (MCLCP), cree que una causa importante de esta situación es la corrupción, que abre forados en un gasto público que, teóricamente, debería destinarse al cierre de las brechas sociales en sectores como la educación, la salud o el acceso al agua potable. Lanza una triste premonición: el porcentaje de pobreza –y por tanto del número de pobres– se elevaría durante el año en curso. ¿Soluciones? Plantea que las diferencias políticas se pongan por detrás de las prioridades que deben atenderse de manera urgente. En el Perú de hoy, eso parece imposible.
-Hay casi un millón de pobres extremos más que hace cuatro años. La presidenta Dina Boluarte responsabilizó a las protestas en contra suya. Dijo que fueron más destructivas que el Covid-19. Según esta lectura, la responsabilidad es de quienes marcharon contra ella. ¿Le parece un diagnóstico correcto?
Por lo menos es incompleto. La gente no se mueve por gusto. Se mueve porque hay determinadas condiciones que la afectan y eso lo podemos ver en distintos momentos de la historia del país. En general, los Gobiernos reaccionan defensivamente frente a esas demandas y protestas ciudadanas. El conflicto podría evitarse si es que hay una relectura y políticas públicas que apunten a cerrar las brechas.
-Le preguntaron sobre las cifras de pobreza al ministro de Desarrollo e Inclusión Social, Julio Demartini, y respondió que se incrementaron los presupuestos para programas sociales, en Juntos, Pensión 65. Puesto así, pareciera que el Ejecutivo hizo su trabajo. ¿El Gobierno hizo lo que había que hacer?
No estamos haciendo todo lo que se requiere para combatir la pobreza en el país, que además está fuertemente vinculada con la desigualdad. Tenemos que encontrar cuáles son esas desigualdades sistemáticas para garantizar que, por ejemplo, los servicios públicos tengan la calidad adecuada. Si la educación pública tiene una brecha respecto de la privada, estamos reproduciendo la desigualdad.
-¿Los programas sociales son suficientes para combatir la pobreza?
Ni acá ni en la China. Los programas sociales cumplen una función complementaria. Son muy importantes en ese sentido. Lo principal es cómo los servicios regulares del Estado son llevados a la población para garantizar sus derechos. Si tenemos una sociedad sin agua de calidad, sin educación de calidad, sin un servicio de salud de calidad, entonces estamos con un problema estructural.
-Usted afirmó en Canal N que se veía venir este aumento en la pobreza.
Mi expectativa inicial era de una mayor incidencia de la pobreza que la que estamos viendo en las cifras. Felizmente me equivoqué.
-Mencionó que la economía ofrecía indicadores en ese sentido. ¿Cuáles?
Cómo se movían los precios. La inflación incide sobre la línea de pobreza monetaria.
-¿Ha habido un mal manejo económico?
Hay que tener en cuenta cómo el gasto público contribuye o no para generar más oportunidades. El reto sigue siendo ese: la calidad del gasto no está permitiendo cubrir las necesidades de la población en un estándar adecuado.
-¿Qué nivel de responsabilidad le asiste al Gobierno en la reducción de la pobreza? Es el actor más importante.
Completamente de acuerdo. El Estado debe mejorar las condiciones de la población, que no es solo infraestructura. Hay un problema que arrastramos y estoy pensando con los servicios universales. Esas brechas deben cerrarse. Hay una responsabilidad en la gestión pública para que, en el manejo de la caja fiscal, en el proceso de asignación de recursos, el cierre de brechas tenga una prioridad.
-¿No ha sido prioridad?
No ha tenido el nivel de prioridad que se requiere. Y parte del problema es la corrupción. El contralor de la República nos ha hablado de pérdidas de más de 29.000 millones de soles por corrupción. Hay varios factores y hay una responsabilidad del Estado en su control.
-¿Qué piensa de una presidenta que exhibe joyas y relojes caros en este contexto?
Lo que piensa la mayoría de los peruanos.
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-¿Le parece propio?
No es propio, de acuerdo. Hay un problema con el poder en algunos casos, un síndrome: se pierde el sentido de la realidad. En alguna medida, los hechos que hemos visto son una pérdida del sentido de la realidad. Pregunte en cualquier segmento social y le dirán que no están de acuerdo con esa situación.
-Se sabe ahora que la presentación original de las cifras se suspendió por pedido de la PCM. Esto lo dijo el propio jefe interino del INEI, Peter Abad. Que hubo una “disposición”. ¿Sabe por cuáles razones?
No, pero sí sé que la convicción del comité que prepara y hace a lo largo del año el seguimiento (del informe)...
-¿Fue la de presentar las cifras?
Así es.
-¿Fue una torpeza?
Un error de cálculo absoluto. No puedes tapar el sol con un dedo. No puedes esconder las cifras de la pobreza cuando hay diversas instituciones que han participado en el proceso, que tienen la información y que se reservan el rol de que sea difundida. Es un trabajo colaborativo entre el Estado y la sociedad.
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-¿Por qué un país que tuvo altos crecimientos económicos, favorecido por coyunturas como el incremento de los precios de los metales, ha fracasado tan rotundamente en proveer servicios básicos para su población y en eliminar la pobreza? ¿Qué nos faltó?
Lo diré al revés: nos sobra corrupción en el país. En el gasto público hay varias coladeras, las más importantes tienen que ver con los famosos proyectos de inversión. La relación entre lo que se invierte y se recupera no está siendo rentable y posiblemente hay grupos que se están beneficiando.
-¿Ha sido una oportunidad perdida?
Si miramos los últimos 20 años, todos los gobernantes han estado involucrados en actos de corrupción o aparecen vinculados a ese tipo de procesos. Eso a nivel nacional. Si bajamos a niveles regionales y locales, vemos también altos niveles de corrupción.
-¿La línea de pobreza para el 2024 será más alta? ¿Va a haber más pobres el 2024?
Espero que no. Y tenemos que hacer todo lo posible...
-Dice que espera. ¿Cuál es su proyección?
Ya me equivoqué en la proyección de la vez pasada.
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-No se equivocó porque la pobreza aumentó. Erró en el porcentaje.
Sí, en ese sentido sí.
-Por eso le pregunto si cree que el porcentaje de pobreza va a aumentar.
Creo que todavía va a aumentar, lamentablemente. Esa sería mi hipótesis.
-Va a aumentar el porcentaje de pobres en el 2024, entonces.
Y en términos absolutos, entonces también va a aumentar el número de pobres, porque eso es parte de la estadística.
-Está claro. ¿Y qué se puede hacer para evitar este diagnóstico que plantea?
Volvemos sobre el tema de cómo el Estado invierte. Se requiere que eso funcione. Hay que priorizar en el agua, por ejemplo. Y hay que cubrir la brecha honradamente y de la manera más rápida posible, porque eso jala a otras cosas. Hablamos de la anemia, pero no estamos diciendo que un factor que contribuye es que la gente consuma agua que no es potable.
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-Cerrar brechas, ¿y qué más?
Eso ya sería bastante.
-Claro, yo estoy pecando de maximalista.
Quisiera que pudiéramos tener una varita mágica y ¡pum!, cambiemos todo. No debería ser tan difícil, pero supone algo que no estamos teniendo: un movimiento ciudadano activo que ponga por delante no las diferencias políticas sino las prioridades que hay que atender.
-Y políticos honrados.
Esa es la condición, ¿no es cierto? Y los no políticos también tienen una responsabilidad: el pecado de omisión también existe.
-Si hiciéramos bien las cosas, ¿cuánto tiempo nos tomaría regresar a los niveles prepandemia?
Entre el 2004 y el 2016 tuvimos una muy significativa reducción.
-De unos 40 puntos, aproximadamente.
Sí. ¿Qué pasó el 2016?
-Empezó el conflicto político.
Que no es un tema secundario porque se combinó con el fenómeno de El Niño.
-Entonces, ¿cuánto nos tomaría volver a los índices de 2016?
Si hiciéramos bien las cosas podríamos en dos o tres años, sin conflicto político.
-Pero estamos en medio de uno conflicto político.
Y va a crecer.
-Las condiciones no son las más propicias.
Es una opinión que compartimos, pero no significa que no podamos cambiar esas condiciones. Parte del esfuerzo es construir la articulación entre el Estado y la sociedad civil.