Denuncia que compromete a parlamentario Yohny Lescano debe procesarse sin demora.,Una vez más, el Congreso –ese territorio donde en los últimos años han pasado cosas inverosímiles- se ve sacudido por una denuncia que, por si no fuera ya suficiente, habla mal de la calidad de nuestros congresistas. Nuevamente, aparece la figura de una pésima concepción del poder. De acuerdo a lo informado, el congresista de Acción Popular (AP) Yohny Lescano estuvo acosando, vía WhastApp, a una periodista que trabaja en este Poder del Estado. El repudiable episodio se habría producido en diciembre y consistió en varios mensajes enviados por esta red social. El parlamentario ha declarado que su celular fue manipulado por otra persona, que podría ser un miembro de su seguridad. No hay cómo comprobar, de momento, la consistencia de esta versión, pero apuntaría en el sentido de acusar nada menos que a un efectivo de la Policía Nacional. Es indispensable que todo el episodio se esclarezca. Sobre todo porque acontece en el Parlamento, en donde se supone que se vela por los derechos de las personas. No es la primera vez que ocurre, además. Los casos más cercanos afectaron a las congresistas Paloma Noceda y Marisa Glave. La primera de ellas fue acosada por su colega Luis López Vilela, hoy suspendido 120 días sen sus labores parlamentarias. Glave, por su parte, fue acosada por el periodista César Rojas Vidarte. Es increíble que estos hechos escandalosos ocurran en el ámbito parlamentario. El congresista de AP tiene que aclarar, con rigor, lo ocurrido. Están en juego su larga trayectoria parlamentaria, la imagen de su partido, el prestigio del Legislativo, ya sumamente golpeado por hechos similares. Sus versiones deben ser consistentes, no esquivas. De comprobarse la denuncia, Lescano tendría que ser sancionado en el Congreso. Volveríamos al trance en el cual el Congreso tiene que ver un escandaloso hecho de este tipo, que revela el tipo de cultura ásperamente machista en la que vivimos sumergidos, casi asfixiados. El procesamiento del caso debe hacerse, por último, sin ser aprovechado para abatir a un enemigo político. La mayoría fujimorista parece ahora dispuesta a fulminar al congresista, cuando caminó a paso rengo en los casos de López Vilela y Moisés Mamani, este último de nivel muy escandaloso. Lo central es acabar con estas turbadas prácticas sociales, que vulneran constantemente la integridad de las mujeres. Algo que puede comenzar a neutralizarse con sanciones, pero a la vez con urgentes políticas de equidad de género, esas que algunos rechazan de manera irracional en el propio Parlamento.