Un merecido reconocimiento a un libro que nos ayuda a entender las complejidades del conflicto, su historia más íntima y trágica, justo en años en que desde el Congreso hay sectores promueven una narrativa simplona y acrítica.,El historiador Ponciano del Pino ha ganado el prestigioso Premio Iberoamericano 2018 de la Latin American Students Association (LASA) por su libro “En nombre del gobierno. El Perú y Uchuraccay: un siglo de política campesina” (La Siniestra Ensayos y UNJ). El trabajo busca explicar el tipo de violencia que se dio en comunidades campesinas altoandinas de Ayacucho durante los años ochenta, explorando los trágicos sucesos de Uchuraccay como un ejemplo de dinámicas más generales. Son dos temas teóricos los que iluminan este esfuerzo. Por un lado, nos muestra cómo el estudio crítico de la memoria permite comprender mejor las causas detrás de la violencia en estas comunidades. Para adentrarse en lo sucedido es necesario conocer tanto lo que se dice sobre esos años, como lo que se calla. El silencio, los secretos, con frecuencia ocultan verdades complejas y potencialmente disociadoras en comunidades donde la unidad era asunto de vida o muerte. Ese tipo de exploración de la memoria permite entender cómo el asesinato de periodistas y comuneros en Uchuraccay se habría dado por rivalidades familiares que se agravaron con la aparición de Sendero Luminoso. Distintas anteojeras ideológicas, carentes de esta mirada profunda, llevaron a interpretaciones erradas del caso. Similares tensiones se dieron en otras comunidades de la región, engarzándose con el conflicto y explicando sus particularidades. Pero para entender estas rivalidades y tensiones hay que ir mucho más atrás. El segundo tema del libro es la relación entre la violencia con la política de tierras del Estado. El título del libro se refiere a comuneros que por un siglo han peregrinado a Lima a pedir al gobierno que corrija los problemas de un Estado desprestigiado por su vínculo a poderes locales o incapaz de resolver disputas en forma legítima. En concreto, son tres momentos clave de regulación de la tierra en el Perú relevantes para entender el escenario previo a la violencia: las reformas para titular y concentrar la propiedad iniciadas por Legúia; las reformas de Belaunde I, que abrieron mecanismos para disputar la legalidad de dichas concentraciones de tierra, y la reforma agraria. Imposible resumir el complejo argumento, pero se propone que estos procesos dejaron legados que se activaron con la llegada de Sendero. El tipo de hacendados que tuvo cada zona, o el debilitamiento de autoridades tradicionales comunales por la reforma agraria, por ejemplo, ayudan a entender qué zonas y qué tipo de comuneros fueron más proclives a rechazar o apoyar a Sendero. Descubrir estas historias de violencia requiere sumergirse tanto en la profundidad de la memoria como en la de la historia política. Un gran libro con muchas virtudes que resaltar, señalo tres. Primero, explora los efectos, tanto deseados como no deseados, de las políticas del Estado sobre la sociedad. Muestra cómo ciertas políticas pueden tener un impacto enorme en zonas alejadas del territorio al favorecer a determinados actores o al debilitar a otros. A pesar de su debilidad, no estamos frente a un Estado ausente o irrelevante. Segundo, vemos claramente la importancia de la etnografía para entender fenómenos complejos e ir más allá de evidencia superficial, una cucharada de humildad para otros investigadores que no usamos esa herramienta. Tercero, resalta el considerable impacto y legados de reformas estatales para el mundo rural iniciadas en los tempranos sesenta, eclipsadas luego por las profundas reformas de Velasco y que merecen más investigación. También tengo críticas. La principal que el trabajo nos pide bastante esfuerzo para comprender sus argumentos, repartidos en distintos capítulos. Extrañé un capítulo teórico que sirva de guía y armonice mejor los dos temas señalados arriba. O la inclusión del capítulo cinco sobre el Apu Rasuwillka: muy interesante, pero la verdad no parece parte de este libro. Corta la narración. Las virtudes, sin embargo, superan largamente los problemas. Un merecido reconocimiento a un libro que nos ayuda a entender las complejidades del conflicto, su historia más íntima y trágica, justo en años en que desde el Congreso hay sectores promueven una narrativa simplona y acrítica.