Muchas de las descripciones del plan de paz de Donald Trump para Ucrania lo muestran como una concesión al empuje expansionista ruso. Vladimir Putin lo llama "negociaciones", las cuales tendrían que comenzar con un retiro de la ayuda militar de Washington a Kiev. Así, Trump ganó las elecciones, y Putin ganará la guerra.
Dejar caer el apoyo a Ucrania será una puñalada por la espalda al país invadido y también a los países de la Unión Europea, aliados de Washington. La UE ha sido la segunda fuerza de apoyo al gobierno de Volodimir Zelenski, después de EE. UU. Dejar a Europa sola equivaldría a afilarle los colmillos expansionistas al Kremlin.
Trump entra en escena cuando Rusia se encuentra en serios problemas para seguir con la guerra. Su déficit fiscal está creciendo a gran velocidad, y el ingreso de 10,000 soldados de Corea del Norte al conflicto es un claro síntoma de desesperación. Las concesiones de Trump también serán para "sacarle las papas del fuego" a Putin.
Lo que veremos no solo será un reflejo de los impulsos aislacionistas de Trump, sino también el inicio de una política exterior que los acompañe: el debilitamiento de Europa y una alianza con Rusia para retomar la guerra comercial contra China. En medio de eso debería ir apareciendo, piensa Trump, alguna forma de nueva hegemonía de EE. UU. Ver para creer.
En lo anterior hay algunas premisas no demostradas: que al ceder Ucrania, Moscú se distanciará de Beijing; que esa concesión impedirá que Rusia empiece a amenazar las fronteras de Europa; que una UE aislada se mantendrá pasiva en el tablero geopolítico; y que perder al aliado ruso calmará a China en el tema de Taiwán y el mar de la zona.
Sobre estos puntos, cabe reconocer que hay ahora una visión del mundo, expresada en términos como Sur Global o la sigla BRICS, que no asume, acepta ni favorece una hegemonía de EE. UU. Hacer realidad el postulado de la sigla MAGA puede resultar mucho más difícil que simplemente ponerse un gorrito rojo en los actos públicos.
Si el primer acto geopolítico de Trump será dañar la buena relación con el aliado europeo y subordinarse a una Rusia hostil a Occidente y que inspira poca confianza, ya podemos imaginar los siguientes.