Estando tan próxima la cumbre de la APEC en el Perú, es siempre bueno recordar una larga, intensa historia de las relaciones bilaterales entre la China y el Perú.
Esta relación fue iniciada -y concretada- en Tientsin, en 1874, por mi bisabuelo, el almirante Aurelio García y García, cuyo diario personal obra en manos de la familia. Con 150 años desde su firma -tiempos del gobierno de Manuel Pardo (1872-1876)- el tratado fue -y es- sustantivo. Resalta por dos aspectos fundamentales: uno de “derechos humanos” y comercial.
Perú: país pionero con la China
Fue ese el primer acuerdo bilateral y de establecimiento sustantivo de relaciones entre la China y un país latinoamericano.
El tratado celebrado en Tientsin estableció medidas para la protección de los ciudadanos chinos en Perú, asegurando sus derechos y condiciones laborales. El tratado también eliminaba barreras arancelarias y facilitaba el intercambio de bienes.
La primera colonia china llegó al Perú en 1849. Años después, con la abolición de la esclavitud por Ramón Castilla en 1854, llegaron más ciudadanos chinos, traídos por la necesidad de personas que trabajen duro por sueldos bajos. A partir de esos años, y hasta principios del siglo XX, le siguieron otros acuerdos bilaterales entre China y países latinoamericanos: Brasil (1880), México (1899), Cuba y Panamá, con el objetivo de contribuir a la protección de los derechos de los trabajadores chinos en esos países y promover el comercio.
Si bien trataba una vastedad de temas diplomáticos, económicos y migratorios, por el contexto en el que se celebraba era, en esencia, un acuerdo pionero de DDHH. Versaba sobre el compromiso peruano de respetar y hacer respetar los derechos de ciudadanos chinos, que habían sido trasladados al Perú desde Guangdong (Cantón) como “coolies” y que fueron víctimas de maltratos y de condiciones laborales atroces en los trabajos que realizaban en el Perú.
Gestiones bilaterales
mirando al futuro
En la visita oficial a China que me correspondió hacer como canciller del Perú el 2002, ese antecedente histórico ayudo a consolidar la confianza y respeto entre los dos países. Como pude destacar entonces al entonces canciller de China, Tang Jiaxuan, ese tratado firmado en Tientsin fue el primer acuerdo internacional sobre DDHH del que se hacían parte los dos países.
La visita del 2002 a Beijing se guiaba por un objetivo medular concreto: abrir el mercado chino a los productos agropecuarios peruanos. Uno de los eventos de más significación fue el Foro Empresarial que reunió a un numeroso grupo de empresarios chinos y peruanos ante los cuales me correspondió hacer una detallada exposición sobre las oportunidades de inversión y comercio que ofrece el Perú.
En mi gestión se promovió el acompañamiento de una importante delegación de empresarios para tratar los aspectos fitosanitarios de las potenciales exportaciones peruanas de frutas a la China junto con la entonces directora del Servicio Nacional de Seguridad Agraria, Dra. Elsa Carbonell. Ese objetivo se logró plenamente.
Se sumó a la delegación el entonces presidente de la Sociedad Nacional de Pesquería, vicealmirante AP, Juan Ribaudo de la Torre. En los tiempos que siguieron Ribaudo se convirtió en el principal impulsor del proyecto del puerto de Chancay. Su fallecimiento el 2013 no le permitió ver su sueño/proyecto pronto ejecutado.
Ocupando ese gran mercado
En el 2023, Perú despachó a China 47 productos agroindustriales por 369 millones de dólares, entre los que destacaron los arándanos, uvas y paltas. Actualmente, China es el tercer mayor mercado para la exportación de arándanos desde el Perú, y con precios mayores a los que se consigue en EEUU o Europa, como lo ha hecho notar en sus declaraciones el director de Proarándanos. Mientras EEUU y Europa pagaron alrededor de US$ 4.80 el kilogramo, China pagó US$ 5.97 el kilo de arándano peruano. Luis Miguel Vegas, director de la Asociación de Productores de Arándanos del Perú (Proarándanos), indicó que China representó el 13% del total de arándanos exportados por Perú en la campaña 2022/2023.
El peso de la China ha aumentado significativamente desde la entrada en vigor del TLC en el año 2010. En el 2023, por ejemplo, las exportaciones de Perú a China alcanzaron los US$ 23,156 millones, lo que significó un aumento de +10% frente a los US$ 21,040 millones registrados en 2022. Y se convirtió en el principal destino de las exportaciones peruanas: el 2011 fue de 15%; en 2012 de 16.9%; en 2013 de 17.3%; en 2014 de 18.2%; en 2015 de 22%; en 2016 de US$ 23.4%; en 2017 de US$ 26.1%; en 2018 de 27.6%; en 2019 de 29.2%; en 2020 de 30.3%; en 2021 de 34.7% y en 2022 de 33.1%. Entre 2010 y 2023, las exportaciones peruanas a China crecieron más de 300%, con un crecimiento anual promedio de 13,2%, según cifras de la Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria (Sunat).
En estas condiciones llega el Perú a la importante cumbre de APEC a celebrarse dentro de menos de dos semanas. Sin embargo, nada de este espectacular resultado en flujos comerciales cayó del cielo. Fue resultado de gestiones y trabajos políticos y diplomáticos medulares. No son pues, manos invisibles sino gestiones y acciones concretas luego de las correspondientes decisiones políticas y empresariales.
Paso crucial: Chancay
Importante el paso que se dará en las próximas semanas al inaugurarse el puerto de Chancay. Contra lo que pudieran opinar algunas mentes suspicaces, esto no coloca al Perú en un “bando” dentro de una eventual y futura guerra fría (China/EEUU). Frente a la cual, en cualquier caso, no correspondería otra cosa que la neutralidad activa.
Hermandad/fraternidad y proyección de futuro, de dos países que han enfrentado con decisión el reto común de superar una situación de maltrato y violación de derechos de pobladores chinos en el Perú y de poner por delante la cooperación. Ahora tenemos el reto de avanzar en pasos de gigante en obras como la de Chancay sin opacarse ante la grita o señalamientos ideologizados o interesados.