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Opinión

Día mundial de los Refugiados: por un futuro sin incertidumbres, por Christian Carrillo

Según el informe de Tendencias Globales de Desplazamiento Forzado del ACNUR, el número de personas desplazadas en el mundo ha alcanzado los 120 millones, evidenciando la creciente crisis humanitaria causada por conflictos y persecuciones. En este contexto, se destaca la importancia de reconocer y valorar las habilidades, conocimientos y experiencias que los refugiados aportan a la sociedad, subrayando la necesidad de adaptar políticas públicas para garantizar su pleno ejercicio de derechos y su contribución al desarrollo económico y cultural.

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Según el informe de Tendencias Globales de Desplazamiento Forzado del ACNUR, el número de personas desplazadas en el mundo ha alcanzado los 120 millones.

por Christian Carrillo, representante a.i. del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en el Perú (ACNUR)

La primera vez que conocí a un refugiado fue a principios de la década de los 2000. Era un niño descalzo y con ropa agujereada y desgastada, que jugaba mientras corría con una rama tras una lata vacía de alimentos ―sus únicos juguetes―, atravesando un campo deportivo polvoriento, donde él y su entorno estaban cubiertos del color rojizo de la tierra. Nació en un campamento de refugiados, donde vivía en una casa de adobe y asistía a la escuela. Su alimentación, como la de decenas de miles de quienes allí habitaban, dependía de raciones alimentarias donadas por la comunidad internacional. Sin electricidad ni agua potable, su futuro era incierto. Lo que yo no sabía en ese momento era que él también era apátrida (no tenía nacionalidad), pues el país del que huyeron sus padres debido a una cruel guerra civil no reconocía el jus sanguinis para alguien nacido fuera de su territorio, y el país en donde se encontraba el campamento de refugiados no reconocía el jus soli. Fue evidente para mí ese día que su futuro era aún más incierto.

Han pasado dos décadas y hemos visto que el desplazamiento forzado a causa de persecución, guerras y violencia sigue en aumento. Basta abrir cualquier periódico para darse cuenta de que la situación humanitaria de las personas que han sido víctimas de violencia y han tenido que dejar su hogar sigue empeorando. No solo en lugares tan lejanos como el descrito arriba, sino en nuestra propia región. Según el informe de Tendencias Globales de Desplazamiento Forzado del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el número de personas desplazadas en el mundo ha alcanzado los 120 millones a mayo de 2024, debido a conflictos y crisis prolongadas.

El Perú se ha caracterizado por su generosidad con las personas que han buscado un refugio, hogar y una nueva vida en este territorio, donde la apertura de los gobiernos y autoridades locales para documentar, integrar, educar y proveer servicios, merece ser reconocida. Pero también es fundamental reconocer la apertura de las comunidades, los vecinos, las organizaciones de base comunitaria, los comités barriales y las asociaciones de padres y madres de familia, quienes han sido actores claves para lograr la inserción, aceptación y una mayor tolerancia hacia los nuevos habitantes.

Es importante mencionar también que las habilidades, conocimientos y experiencias que traen los refugiados pueden aportar a la economía, la cultura, la diversidad y complementar aquellas ya existentes, siempre y cuando se les otorguen las oportunidades adecuadas y se adapten las políticas públicas para su ejercicio pleno de derechos.

Este 20 de junio, Día Mundial del Refugiado, reflexionemos sobre el futuro que queremos para nuestra sociedad; una en la que la población local y aquellos que se han visto obligados a desplazarse para encontrar un nuevo hogar, vivan en armonía, aprovechando todas sus cualidades, habilidades y oportunidades. No permitamos un futuro incierto para nadie, como el del primer refugiado que conocí hace 20 años.

Sobre ACNUR: ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, está dedicada a salvar vidas, proteger los derechos y construir un futuro mejor para las personas refugiadas, las comunidades desplazadas y las personas apátridas. En Perú, trabajamos en estrecha colaboración con el gobierno, la sociedad civil, socios, entidades religiosas, otras agencias de la ONU y las comunidades peruanas de acogida.