¿Quién quiere periodismo cero?

Tres países de la máxima importancia han considerado sumamente serios los ataques y amenazas a Rosa María Palacios y Gustavo Gorriti, ambos periodistas prominentes. Canadá, EE. UU. y Gran Bretaña advierten un peligro en el hostigamiento que ambos han sufrido frente a sus casas. Es una reacción mayor que muchas de las que se han dado aquí.

La preocupación está enmarcada en el temor por la suerte de la democracia peruana, expresada afuera por importantes medios del mundo. A muchos de estos medios no les llega a gustar del todo el actual gobierno, pero temen que pueda ser reemplazado por un caos social y político sin vuelta atrás, es decir indetenible.

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Arrinconar al periodismo independiente es parte del programa de quienes vienen organizando el caos que vislumbramos. No solo el caos. Los ataques al periodismo, no importa de dónde vengan, suelen ser una de las antesalas de la dictadura. Pedro Castillo empezó esa deriva atacando al periodismo, y luego dio un golpe.

Los ataques a Palacios y Gorriti son también asaltos a la razón. Ninguno de los dos está en una posición como la que le atribuyen sus atacantes. Y que lo estuvieran no hubiera sido motivo para intentar amedrentarlos. Pero este no parece ser un asunto de posiciones personales, sino una agresión al periodismo independiente en general.

El rechazo de los tres países a quienes atacan al periodismo es automático. Pero en el caso del comunicado conjunto que comentamos parece haber algo más, algo así como una meditada sensación de que el Perú está en más peligro que el que se puede advertir a primera vista. Comprensible preocupación cuando la violencia está en las calles.

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¿Dijeron Palacios o Gorriti algo que irritó a una extrema derecha callejera con poco rumbo? Probablemente no. Las batallas de ambos a menudo son con sectores, figuras o planteamientos poco reflexivos de la izquierda. Lo que sus acosadores buscaban más bien era cosechar la publicidad que fluye de su prestigio.

No veremos comunicados iguales o parecidos de los gobiernos de esta región que vienen impostando una inquietud por la democracia en el Perú. A varios de ellos más bien les gustaría poder librarse de la prensa independiente que los emplaza en sus respectivos países.