En primer lugar deja de creer que somos el peor país del mundo y aprende a sacar pecho por nuestro país: que tenemos un presidente preso, el otro se suicidó antes de ir preso por corrupto, otro sigue prófugo y dos más son investigados por corrupción. Buenos pues, somos un ejemplo: son pocos los países que se pueden dar el lujo de meter presos a sus mandatarios corruptos. Y me refiero a los países vecinos, a los que se autodenominan “desarrollados” (pienso en EE. UU., Francia, Gran Bretaña y otros países europeos). Ni qué decir de Japón o Corea del Sur que saben vender esa fama de honestos, pero con sistemas y gobiernos profundamente corruptos. Y no hablo de Rusia o China porque ahí no existe ni siquiera libertad de prensa para denunciar a los corruptos. Aquí sí. Aquí roban pero van presos.
Que deberíamos vacar al actual mandatario, pero mejor no porque no existe una oposición que haga mérito. Tampoco, tampoco. A Pedro Castillo hay que vacarlo por encabezar una banda de facinerosos con antecedentes en sus gobiernos locales. Y que diseñaron su propio “club de la construcción” con empresas chinas en lugar de esas constructoras brasileñas que lograron corromper a políticos, empresarios y periodistas de izquierda y de derecha. A todos. Y si vacan a Castillo, ahí está Dina Boluarte para gobernar el país. O nuevas elecciones, pero el próximo(a) mandatario lo pensará dos veces antes de volver a meter la uña.
Que los políticos de izquierda y de derecha están desprestigiados. Sí, es cierto. No se puede creer en un izquierdista que justifica las dictaduras de Nicaragua, Cuba y Venezuela. Menos aún si avala a esta banda de pájaros fruteros que nos gobierna. Pero tampoco en un político derechista que avala a Keiko o a charlatanes como Hernando de Soto. Menos aún si acepta marchar con personajes nefastos como Jorge del Castillo, Pilar Nores y otras joyitas.
Pero en ambos bandos hay gente valiosa, de todas las edades y con amplia experiencia pública y privada. Yo sí apuesto por el Perú, pero con una derecha y una izquierda autocrítica y con ganas de hacer país. Disculpen el optimismo.