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Opinión

Economía cautiva y neoliberalismo

“La economía seguirá la suerte de lo que pase en la política. La reactivación tiene a su favor que es la única certeza en curso...”

larepublica.pe
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Por primera vez en 20 años, la economía está a merced de la política. No hay cuerdas separadas. El violento fin del ciclo de crecimiento coincide con un proceso electoral caracterizado por la falta de ofertas de innovación y debilidad de los liderazgos.

La economía seguirá la suerte de lo que pase en la política. La reactivación tiene a su favor que es la única certeza en curso, aunque es un proceso frágil y en creciente aislamiento. La reciente encuesta de Ipsos Perú reporta que entre junio y agosto se ha reducido el apoyo a la reactivación. La tendencia es a la formación de tres tercios, uno que la apoya, otro que la critica con firmeza y un tercero que cree que se hace “lo que se puede”, pero que se han “cometido errores importantes”.

La reactivación no es neutral. Es objeto de disputa. En sus inicios generaba credibilidad y consenso, efectos que ahora se diluyen; carece de iniciativa, reacciones y entusiasmo, y su vocería se debilita. La batalla por los aportes de la ONP tiene un primer saldo complejo y engañoso: la racionalidad del MEF ha vencido en la élite, especialmente capitalina y documentada, pero se hunde en la sociedad. Hay 5 millones de razones, los aportantes y pensionistas de la ONP.

La reciente contrapropuesta de seis cambios en el sistema de pensiones −una oferta inteligente que refunda las prestaciones, aunque no los aportes− no ha cambiado las percepciones. Es la reactivación sin política: respuestas tardías al Congreso, uso del mismo lenguaje que el sector empresarial radical y resistencia a la programación de más bonos (no culpar a la comunicación, por favor).

La clave son las ideas. Con matices cada vez menos perceptibles, la reactivación se nutre del canon neoliberal agotado. La gran depresión ha reducido el efecto de las políticas públicas y discursos oficiales, entre ellos del pensamiento económico predominante, que carece de un programa para salir de la crisis. ¿Nadie lo tiene, de modo completo? Cierto. ¿La reactivación que ejecuta el MEF no tiene al frente un esquema alternativo? También es cierto, como lo son las sugerencias del BCR y de la academia por incrementar la frecuencia de las trasferencias directas, por ejemplo.

El agotamiento neoliberal no es súbito. No fue fecundo en los últimos años; sus políticas de reactivación para volver al punto de crecimiento del período 2004-2013 no funcionaron a pesar de por lo menos cuatro delegaciones de facultades y casi 200 decretos legislativos.

Pudo ser distinto; el mercado peruano era uno de los más sólidos y ágiles de A. Latina, en un país donde el llamado “modelo” tuvo efectos innegables en la reducción de 35 puntos de pobreza y la rebaja de otros indicadores sociales luego de innovaciones exigidas, especialmente en materia de protección social. Su conservadurismo, tanto político como económico, impidió el gran salto hacia reformas sentidas y ahora resentidas.

Con la estantería en los suelos, el mix neoliberal/derecha ofrece una batalla con las mismas políticas. Es una reacción intuitiva. Es fácil y correcto que en el punto inicial del debate se exija responsabilidad fiscal y rigurosidad en la aprobación de las leyes. Pero el escenario de la gran depresión es intrincado y exige más. La disputa del 2021 no será entre el populismo y el retorno del ciclo de bienestar, sino entre esa etapa, que conocemos en lo bueno y en lo malo, y un bienestar superior.

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