¿A qué le temes hoy?
−Al dolor que produce el COVID-19. El virus me ha invadido los pulmones, los riñones y el hígado. Gritaba de dolor y por mis venas parecía que corría lava volcánica. Ya me está pasando.
¿A quién has extrañado demasiado en estos días de confinamiento?
−A mis hijos, a mis poetas de Hora Zero y a mis padres (ya fallecidos) que me acompañaban en mis sueños cuando era absorbido por las fiebres.
Si no pudieras volver a trabajar, ¿con cuál de tus roles anteriores te quedas satisfecho para siempre?
−Jamás. Amo mi trabajo como periodista. Es una pasión crónica. Bueno, por periodista me infecté haciendo mi trabajo en los hospitales Dos de Mayo y el Loayza. Hoy termino mi libro de crónicas Asfixias – Crónicas desde la pandemia.
¿A quién has perdonado en este encierro?
−A Aldo Mariátegui, a Richard Swing y a Chibolín. Tres extraterrestres.
¿Qué plan que tenías para este año has cancelado con absoluta tristeza?
−Todos. Mis clases, mis proyectos literarios y mis trabajos como free lance. Hoy estreno mi condición laboral: “Desocupado”.
¿En dónde está tu felicidad?
−En el amor de mis amigos. Pero también en el afecto de otras personas maravillosas a quienes no conocía y que me han escrito, me han alentado y han depositado en mi cuenta bancaria. Gracias a ese apoyo puede pagar la clínica, y hacerme las siete tomografías y otras pruebas a la sangre.
¿Cómo crees que será el mundo después del COVID-19?
−Igual. Los pobres seremos más pobres, la Confiep, los bancos y las mineras serán más poderosas y los corruptos se multiplicarán por 69.