El pasado sábado, un joven de 21 años desató un trágico ataque en el Instituto Profesional de Arte y Tecnología de Wuxi, una escuela vocacional en el este de China. Movido por la frustración derivada de un resultado académico negativo, apuñaló a ocho personas, provocándoles la muerte, y dejó a otras 17 heridas antes de ser detenido. Este impactante hecho genera reflexiones sobre la gravedad de las reacciones ante situaciones adversas y su impacto en la sociedad.
El Instituto Profesional de Arte y Tecnología de Wuxi, lugar donde se perpetró la masacre.
El sábado, a las 18:30 horas, en la ciudad de Yixing, un estudiante de 21 años, se enteró en ese momento de que no había aprobado sus exámenes, lo que le impediría obtener su título de graduación. Según se reveló posteriormente, esta noticia, sumada a su insatisfacción por el bajo salario que recibía en una pasantía de agotadoras 16 horas diarias, desencadenó una violenta reacción que terminó en tragedia.
En China, donde el control sobre las armas de fuego es sumamente estricto, los delitos violentos cometidos con arma blanca no son inusuales. Sin embargo, ataques que resulten en un número tan elevado de víctimas, como el ocurrido en este caso, son eventos relativamente raros en el país.
En los últimos meses, el “gigante asiático” ha sido escenario de varios ataques violentos. En octubre, un hombre llevó a cabo un ataque con cuchillo en un supermercado de Shanghái, dejando un saldo de tres muertos y 15 heridos. En septiembre, un estudiante japonés perdió la vida tras ser apuñalado en la ciudad de Shenzhen, situada cerca de la frontera con Hong Kong. En mayo, un individuo armado con un cuchillo perpetró un ataque en la provincia de Yunnan, que resultó en la trágica muerte de dos personas y dejó a más de diez heridos.
Los delitos con arma blanca en China vienen en ascenso.
Estos hechos generan incomodidad en China, donde los medios oficiales suelen informar con detalle sobre los tiroteos en Estados Unidos, en un contexto de competencia entre ambas potencias. Además, contrastan con el discurso de las autoridades chinas, que aseguran que su nación es "uno de los países más seguros del mundo", una percepción que, hasta ahora, ha sido ampliamente compartida por su población.