Hace dos años, en octubre de 2020, casi el 80% de los electores en Chile votaron para cambiar la constitución impuesta por el dictador Augusto Pinochet, a través de una Convención Constitucional. Sin embargo, en el histórico plebiscito de salida ocurrió lo impensado: el texto fue ampliamente rechazado, más del 60% de chilenos dijeron rechazo.
La nueva carta magna fue redactada durante 12 largos meses, con diversas polémicas, pero con la idea de reflejar las demandas ciudadanas que se evidenciaron durante el estallido.
Los 155 constituyentes apostaron por la paridad, la diversidad, la representación indígena y alejarse del modelo instaurado por Pinochet, pero solo el 38% eligió aprobar el texto, con lo que se abre un nuevo proceso que complica al presidente Boric y pone a Chile en un complicado escenario. En la siguiente nota explicaremos los factores que terminaron por decantar a los electores de la desaprobación.
El Presidente Gabriel Boric aceptó la derrota del apruebo e hizo un llamado a la unión en todo el país. Foto: AFP
La propuesta constitucional ofrecía grandes cambios en materias como educación, integración y paridad; sin embargo, para algunos sectores estas eran radicales y no correspondían a la realidad.
Para el periodista e internacionalista, Ramiro Escobar, “algunas propuestas eran apresuradas, audaces, radicales, inviables”, asimismo, “la sociedad chilena tiene una vena conservadora, grande, muy importante —no sé si es tan grande ahora—, pero hay un movimiento conservador grande que, por ejemplo, veía también (las propuestas del texto como el aborto, la plurinacionalidad, entre otras) como un peligro.”
Por otro lado, en entrevista con La República, la exconstituyente e integrante de la Coordinadora Feminista 8M, Alondra Carrillo, aseguraba que el proceso estuvo influenciado por la desinformación y miedos que se fueron propagando sobre la propuesta del texto.
“Este proceso constituyente ha estado marcado por los sectores del rechazo que desplegaron una campaña amparada en mentiras y desinformación”, señalaba Carrillo, elegida para redactar la nueva carta magna. “En infundir miedo a la ciudadanía de manera injustificada, sembrando el temor de que a la gente le puedan quitar su casa o que van a perder los ahorros o que no van a tener la posibilidad de heredar sus casas en el futuro”, agregó Carrillo.
La opción rechazo ganó con más de 60% de los votos en un plebiscito histórico. Foto: AFP
El texto definía a Chile como “plurinacional, intercultural, regional y ecológico” y reconocía “la coexistencia de diversos pueblos y naciones en el marco de la unidad del Estado”. Sin embargo, esta falta de interpretación con la población quedó evidenciada en la votación de las poblaciones indígenas, donde el desapruebo superó en 80%.
“Creo que parte de los chilenos se ha sentido escasamente identificado con lo que estaba ahí, entendió que eso era una concepción muy radical hacia la izquierda o incluso populista”, indicó Escobar.
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Analistas internacionales coinciden que la derrota del apruebo ha sido un duro revés para el Gobierno del presidente Gabriel Boric y abre un escenario complicado.
Para Ramiro Escobar, “(Un sector de la población) debe haber visto (el plebiscito de salida) como un voto de desaprobación sobre el gobierno”.
“El presidente Boric lideró una campaña, se metió de lleno para promover el apruebo y creo que en algún momento ese proceso hizo que este plebiscito sea también sobre su gobierno, —subraya Escobar—, hay problemas económicos, de inseguridad, entonces, algunos han emitido un voto de rechazo no solo al texto constitucional sino al gobierno, que empezó con un alto porcentaje de aprobación y que ahora ha declinado”.
De acuerdo a una encuesta de Pulso Ciudadano, correspondiente a la última semana de agosto, la desaprobación a la gestión del Presidente Boric llegó al 54,7%.
Cientos de chilenos salieron a las calles a celebrar la victoria del rechazo. Foto: AFP
Otro factor importante fue las críticas que tuvo la convención constituyente, de acuerdo a encuestas del Centro de Estudios Públicos (CEP), el interés hacia el trabajo era bajo y se tenía una mirada crítica sobre el proceso.
“Yo creo que todos los ciudadanos pueden participar, pero de todas maneras tendrías que haber tenido más personas conocedoras de derecho o con trayectoria en ese campo, con conocimiento en materia constitucional, para que la Constitución hubiera interpretado un poco más a la población”, señala Escobar.
Finalmente, Escobar indica que “lo que puede pasar es que se arribe a una constitución (...) un poco más de centro-izquierda, digamos que un espíritu más democrático-progresista, que incluya a los pueblos indígenas, personas con discapacidad, derechos de las mujeres y que recoja cierta tradición”.