La agencia Sputnik conversó con el líder de la República Popular de Donetsk, Denís Pushilin, acerca de la situación en la región y los factores que se convirtieron en la gota que colmó el vaso de Donbás y le obligaron a adoptar medidas enérgicas.
Según cuenta Pushilin, a finales de 2021 y a principios de 2022, Ucrania comenzó a desplegar armamento y fuerzas cerca de la línea de separación. Al mismo tiempo, EE.UU. y los países miembros de la OTAN proporcionaban armas, entre ellas drones Bayraktar y misiles Javelin y Stinger, a Kiev.
“Llenaban Ucrania con toneladas de armamentos que se trasladaban a Donbás de manera urgente”, subraya el líder de la república.
La inteligencia local informó a las autoridades de Donbás de que el régimen de Kiev “tenía todo listo para lanzar una ofensiva”. Pero, al mismo tiempo, las autoridades de Ucrania condujeron a un callejón sin salida las negociaciones de paz celebradas en Minsk, por lo que Donetsk y Lugansk no tuvieron otra opción más que aplicar medidas para proteger a los civiles.
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“Junto con el líder de la República Popular de Lugansk, Leoníd Pásechnik, solicitamos asistencia a la Federación de Rusia y pedimos al presidente, Vladimir Putin, que reconociera las repúblicas de Donbás y firmara con nosotros acuerdos sobre la amistad y la cooperación que incluyeran la cooperación militar”, reveló.
Aquel acuerdo se convirtió en el punto de partida para los cambios en la zona. “Lo estábamos esperando por largos ocho años”, cuenta Pushilin.
El líder de la República Popular de Donetsk revela que, según estadísticas, los grupos armados ucranianos “solo disparan contra los barrios residenciales de nuestras ciudades” y, en los últimos 16 días del conflicto armado, abrieron fuego en casi 800 ocasiones, lo que dejó 26 víctimas mortales y 109 heridos —entre ellos, siete niños— entre los civiles. En 653 casos, utilizaron “armas pesadas, como los complejos de misiles Tochka-U y BM-21 Grad”. También impactaron en 514 edificios residenciales y 198 objetos de infraestructura civil. “Disparan contra hospitales y escuelas”, relata.
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Añade que los militares ucranianos también dañan objetos de infraestructura crítica: en particular, sus proyectiles impactaron en dos ocasiones en la central eléctrica de Zúevka, a unos 40 kilómetros al este de Donetsk. “Por el momento, necesitamos hacer retroceder a las unidades armadas ucranianas y sus armas mortales de nuestras localidades para que la gente finalmente pueda vivir en paz y tranquilidad”, señala la figura política.
Pushilin agrega que los ocho años que dura la agresión armada ucraniana mostraron que “de los batallones nacionalistas puede esperar de todo”. En cuanto a Kiev, solo “intensifica el terrorismo”.
“Ahora en Mariúpol y otras ciudades vemos una panorama realista de sus atrocidades. Todos los años del conflicto esto ha ocurrido en nuestra tierra”, declara.
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Pushilin se muestra convencido de que de hecho, el Gobierno de Ucrania es administrado por “un grupo de nazis controlado por Occidente” que, por el momento, no permite a los civiles abandonar ciudades y convierte casas, escuelas y hasta guarderías en sus puntos de disparo.
La población civil, que estaba bajo el control de Ucrania, “pasó por suficiente” en los últimos ocho años. De hecho, “sufrió una catástrofe humanitaria”, subraya Pushilin, quien compara Donbás con Yugoslavia, que sufrió bombardeos de la OTAN en 1999.
“Estos crímenes tienen detrás a los mismos países interesados. Tienen el mismo guión”, explica el líder de Donetsk.
Además, cuenta a Sputnik que al abandonar sus posiciones, las unidades ucranianas “no dejan nada excepto la destrucción y el miedo. No hay electricidad ni agua ni conexión. Las casas y la infraestructura están destruidas”.
“La gente está feliz al recibirnos a nosotros: a la República Popular de Donetsk y a Rusia. Inmediatamente empezamos la reconstrucción, y esto le da a la población la esperanza para la llegada de la paz y de una vida normal”, concluye Pushilin.