Los resultados preliminares del referéndum del 17 de octubre en Nueva Zelanda evidencian un apoyo masivo para legalizar la eutanasia en el país. Sin embargo, la autorización del cannabis no ha obtenido el mismo respaldo.
En la primera consulta, sobre la eutanasia, el ‘sí’ obtuvo el voto del 65,2% de los ciudadanos en los conteos previos. Su legalización entrará en vigor un año después de que se muestren los resultados finales. La muerte asistida será aplicada solo a las personas con enfermedades terminales y el Ministerio de Salud se encargará de su administración.
“Ahora está claro lo que hemos sabido durante décadas que los kiwis quieren, y siempre han querido, el derecho a morir en sus propios términos”, sostuvo para The Guardian la activista Mary Panko.
“Un día, los neozelandeses sacudirán la cabeza con asombro, porque el derecho humano básico a decir ‘no’ al sufrimiento intolerable haya tenido que ser debatido en este país. Ahora, debido a la aprobación de esta ley, nuestras vidas y nuestras muertes serán inconmensurablemente mejor”, agregó
La segunda pregunta del referéndum neozelandés fue sobre la admisión legal del cannabis como uso recreacional. En esta cuestión, solo el 46.1% de los electores votó a favor.
No obstante, los partidarios del cannabis tienen aún esperanza de que la balanza se incline a su favor, ya que los resultados finales serán anunciados el próximo 6 de noviembre. Los conteos obtenidos hasta el momento no incluyen casi medio millón de votos especiales.
La ley de la eutanasia en Nueva Zelanda prescribe condiciones para postularse a acceder a este derecho. Estas incluyen ser mayor de 18 años, padecer una enfermedad terminal y ser ciudadano neozelandés.
En el segundo ítem, se especifica que el paciente tiene que ser desahuciado con hasta un máximo de seis meses como pronóstico de vida. También aplican quienes "tengan una disminución significativa y continua en capacidad física“ o están “pasando un sufrimiento insoportable que no se puede aliviar”. Además, es importante que todos los postulantes se encuentren en condiciones de tomar una decisión informada sobre su muerte.
No serán elegibles los pacientes que padecen una enfermedad mental, ni tampoco aquellos que soliciten la eutanasia únicamente por su “edad avanzada” o una discapacidad.