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Consenso Latinoamericano 2020, nuevas visiones para la recuperación en la era post-covid

Del conocido Consenso de Washingto al Consenso Latinoamericano 2020. Intelectuales de varios países, entre ellos el Perú, proponen una salida a la crisis que ha generado la pandemia en América Latina.

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En las favelas de Río de Janeiro se registran una serie de delitos, ante el hacinamiento y la extrema pobreza de la población, entre otros factores. Foto: captura

Del conocido Consenso de Washington al Consenso Latinoamericano 2020. Académicos e Intelectuales de varios países, entre ellos el Perú, proponen una salida a la crisis que ha generado la pandemia en América Latina. Este documento ha sido publicado en el portal Internet del Instituto Iberoamérica de la Universidad de Salamanca, uno de los principales centros de investigación sobre temas iberoamericanos en España. Pueden también encontrar el documento aquí: iberoame.usal.es

América Latina llegó a la pandemia del COVID-19 en una situación compleja. 2019 fue un año de crecimiento regional virtualmente nulo que completó el peor lustro de desempeño económico desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Para el año 2020 se esperaba una ligera reactivación. Sin embargo, la pandemia del COVID-19 ha producido en la región, como en el resto del mundo, un cambio radical en las perspectivas económicas. Ha generado la peor recesión mundial desde la Gran Depresión de la década de 1930. Ha producido, además, severas perturbaciones en el comercio internacional, afectando las cadenas de valor y provocando la caída de los precios de varios productos básicos. Desató también, en su fase inicial, fuertes perturbaciones financieras, entre ellas la mayor salida de capitales de portafolio de las economías emergentes de la historia. Las incertidumbres sobre la velocidad de la recuperación son además inciertas y se caracterizan por problemas de confianza empresarial en el mundo entero.

En su informe Perspectivas de la Economía Mundial del mes abril, el FMI pronosticó una fuerte contracción de la economía mundial en 2020, de -4,2 % (estimada a tasas de cambio de mercado). Sus proyecciones más recientes, de finales de junio, proyectan una recesión más profunda, del -6,1 %, es decir, casi dos puntos porcentuales menos. Por su parte, el Banco Mundial, en sus Perspectivas Económicas Mundiales, había pronosticado una caída algo menos pronunciada a comienzos de junio, del -5,2 %. Ambas estimaciones son peores que las registradas durante la crisis financiera iniciada en 2008 y representan la contracción de la actividad productiva más severa desde la Gran Depresión. El escenario base contempla que la pandemia se disipará en el segundo semestre de 2020 y, si las medidas de contención pueden ser retiradas gradualmente, se proyecta que la economía mundial crecería de nuevo en 2021, pero en una magnitud que todavía es muy incierta.

América Latina es la región del mundo en desarrollo que se verá afectada de forma más severa. Además, en el momento de escribir estas líneas (julio de 2020), se ha convertido en uno de los grandes focos de la pandemia, lo cual genera incertidumbres adicionales. Las proyecciones de la CEPAL y el FMI de abril de 2020, que pronosticaban una caída del PIB regional de -5,3 % y de -5,2 % respectivamente, han sido sucedidas por una perspectiva más pesimista del Banco Mundial a comienzos de junio de -7,2 % y del FMI a fines de junio de -9,4 %. Con la propagación de la pandemia, las perspectivas de consecuencias negativas duraderas para los ingresos de los hogares, la seguridad laboral y la desigualdad se han vuelto más desalentadoras. La CEPAL ha señalado que 30 millones de latinoamericanos, o más, podrían sumarse a la población en situación de pobreza, lo que compromete gravemente el logro del primer Objetivo de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Las cifras que han comenzado a darse a conocer en varios países indican, además, que la destrucción de empleo ha sido masiva. Será, sin duda, la peor recesión de la historia regional.

En conjunto con los cinco años de débil crecimiento que precedieron a la crisis, América Latina podría experimentar una nueva década perdida durante 2014-2024, con consecuencias incluso peores que la de la década de 1980. Por ello resulta necesario establecer los máximos consenso sobre las políticas que se necesitan para vencerla y, de esta manera, encarar este difícil y desconocido momento económico, cambiando al mismo tiempo la trayectoria de su desarrollo hacia un crecimiento más competitivo, incluyente y con patrones de inversión y consumo más sostenibles, que garantice el cumplimiento de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Para conseguirlo, proponemos el “Consenso Latinoamericano 2020” que exponemos a continuación.

Un nuevo Consenso Latinoamericano 2020

Identificación de los retos que enfrenta la región

La economía, como todas las ciencias sociales, está sujeta a una evolución que se puede caracterizar, desde el punto de vista que aquí nos interesa, por la alternación de paradigmas explicativos sobre la naturaleza de los problemas económicos que afectan a la sociedad, y de las políticas que pueden y deben considerarse más eficaces para hacerles frente.

Uno de estos paradigmas se produjo hace 70 años, cuando Raúl Prebisch, referencia del pensamiento estructuralista latinoamericano, formuló la necesidad de diversificar la composición de la actividad productiva y exportadora latinoamericana mediante una activa política de industrialización, entre otras razones para manejar las fuertes fluctuaciones y la tendencia al deterioro de los términos de intercambio de los productos primarios frente a los bienes manufacturados.

Desde entonces, la estructura productiva de América Latina ha experimentado importantes transformaciones. Pero aún hoy, la estructura exportadora sigue dependiendo de los productos primarios en muchos países de la región. Por este motivo, continúa habiendo una estrecha relación entre la evolución de la renta per cápita de los países latinoamericanos, el crecimiento económico y los precios internacionales de los productos básicos.

En consecuencia, durante los últimos 30 años, siempre que los precios de los principales productos primarios exportables se han incrementado o se han mantenido estables, la renta per cápita de la economía latinoamericana ha crecido. Por el contrario, cuando se ha producido un retroceso en los términos de intercambio, su crecimiento se ha resentido, incluso durante largos periodos.

Los ciclos económicos recientes explican también importantes cambios en materia de pobreza y otros indicadores sociales. El auge del ciclo exportador de los productos primarios (2004-2014) generó, en particular, una fuerte caída en los niveles de pobreza de la región, pero ese proceso se interrumpió durante el lustro de lento crecimiento económico que lo sucedió y se acelerará, como hemos señalado, con la crisis del COVID-19.

A comienzos de la década de 1990, la región experimentó un ciclo de reformas económicas consideradas “neoliberales”, que a comienzos del siglo XXI ya mostraban evidentes signos de agotamiento. El giro neoliberal estuvo relacionado directamente con los efectos de la crisis de la deuda externa de la década de 1980 (llamada la década perdida), que dejó a la región sumida en una profunda crisis económica y social. La inflación descontrolada y la necesidad de solucionar de forma definitiva el endeudamiento externo favoreció la aplicación de las medidas de ajuste impulsadas por el Consenso de Washington (CW).

En contra de las expectativas de los reformadores, el CW no generó un mayor ritmo de crecimiento económico, sino más bien una pérdida de competitividad internacional, una desindustrialización prematura de la mayoría de las economías latinoamericanas y recurrentes problemas de la balanza comercial. Sin embargo, un efecto positivo del CW resultó ser la “estabilidad macroeconómica”, entendida como inflación baja y cuentas fiscales sostenibles, que fue aceptada como el “marco adecuado” para la política económica.

Este punto constituye uno de los cambios más significativos ocurridos en la práctica y en el pensamiento económico latinoamericano, al ser aceptado por los gobiernos de derecha y de izquierda. No obstante, este marco no ha contribuido suficientemente a moderar los ciclos económicos, ni a garantizar tipos de cambio real competitivos y relativamente estables que contribuyan a promover una adecuada diversificación productiva y exportadora.

El Consenso Latinoamericano 2020

La naturaleza de los problemas económicos que afectan a la sociedad requiere de políticas que puedan y deban considerarse más eficaces para hacerles frente. Es por eso que proponemos lo que en este texto denominamos “El Consenso Latinoamericano 2020”, que se presenta como un programa de referencia para hacer frente a las debilidades estructurales de la economía latinoamericana que se han acentuado con la crisis del COVID-19: baja productividad, alta informalidad, insuficientes niveles de capacitación laboral, tamaño reducido de sus empresas, acusada dependencia exportadora de productos primarios y profundos desequilibrios sociales, que la sitúan como una de las regiones más desiguales del mundo.

El Consenso Latinoamericano 2020 tiene como meta una nueva capacidad productiva y elevar la calidad del capital y del trabajo, para generar más riqueza y evitar el ensanchamiento de la pobreza y la desigualdad. Generar mejores condiciones sociales para la población es un imperativo ético, pero también evitaría una mayor desintegración social y política.

El Consenso Latinoamericano 2020 establece políticas macroeconómicas que generen equilibrios sostenibles, mediante una mejor ocupación, productividad y competitividad, para alcanzar un desarrollo económico sostenible, competitivo y socialmente más equitativo. Las relaciones entre educación, ocupación, productividad y competitividad son las bases fundamentales para afianzar un desarrollo capaz de conseguir mayor equidad y combatir con éxito la pobreza y la desigualdad.

El Consenso Latinoamericano 2020 parte de la idea de que los puntos enunciados no son de ninguna manera ni definitivos ni cerrados, sino abiertos para completarlos y así poder definir cómo y de qué manera impulsar, dinamizar y potenciar una economía más competitiva y dinámica y una sociedad más justa, en el marco de procesos democráticos más profundos y de la inclusión de la ciudadanía en la toma de decisiones sobre su futuro.

El Consenso Latinoamericano 2020 debe obtener el respaldo de los agentes económicos y sociales al menos para los siguientes puntos:

1. Adoptar políticas macroeconómicas contracíclicas y garantizar en el largo plazo la armonía entre el necesario equilibrio fiscal y el crecimiento del PIB y el empleo, con base en reglas claras y en sistemas tributarios eficientes y progresivos.

2. Ampliar el sistema de protección social para dar adecuada cobertura contra riesgos individuales y sistémicos.

3. Elevar la cobertura y la calidad de la educación en todos los niveles.

4. Ampliar la cobertura y mejorar la infraestructura de la salud.

5.Incentivar el empleo formal y la formación ocupacional en un nuevo marco de relaciones laborales.

6. Luchar contra las desigualdades de género y las que afectan a los pueblos indígenas y afrodescendientes.

7. Fomentar el desarrollo de la agricultura nacional y la agroindustria.

8. Promover una amplia diversificación productiva y exportadora con creciente contenido tecnológico.

9. Ampliar las inversiones en I+D mediante la colaboración pública-privada.

10. Conseguir mayores y mejores infraestructuras, incluyendo las científicas y tecnológicas.

11. Facilitar la creación de empresas innovadoras y potenciar el emprendimiento en todas sus facetas y ámbitos.

12. Apoyar en forma integral a las micro, pequeñas y medianas empresas.

13. Fomentar el desarrollo y la inclusión financiera, con base en una regulación que la estimule.

14. Mejorar la inserción internacional de las economías y las empresas.

15. Promover una integración regional más profunda y despolitizada.

16. Participar activamente de los acuerdos internacionales y fortalecer las políticas nacionales sobre cambio climático y protección de la biodiversidad.

17. Ofrecer servicios públicos eficientes, con especial énfasis en la infraestructura digital, garantizando el acceso equitativo a la interconectividad.

18. Robustecer el marco legal e institucional y fortalecer la capacidad técnica de las instituciones públicas.

Hasta el momento, los caminos económicos de los países latinoamericanos han sido diferentes. Ahora es el momento de construir un frente común, para generar un nuevo “hacer” que le permita a la región un porvenir económicamente más próspero que alcance a todos los ciudadanos.

Para cumplir esta agenda, América Latina debe asumir un compromiso firme de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La región tiene, además, que explotar con determinación las oportunidades que ofrece la Cuarta Revolución Industrial, caracterizada por un poderoso y visible conjunto de tecnologías, productos e industrias, portadoras de una constelación de innovaciones técnicas, nuevas fuentes de energía, materiales, procesos e infraestructuras.

América Latina está a tiempo de una corrección que desemboque en una “nueva visión”. Sin embargo, la visión sin la acción es inservible y la acción sin la visión carece de rumbo y objetivos. La visión es fundamental para guiar y motivar la acción. Más que eso: la visión, cuando es ampliamente compartida, permite realizarla.

Esta nueva visión se enmarca en nuestra convicción de que la vida en democracia tiene un inmenso valor. La heterogeneidad social y la desigualdad económica hacen necesario un vasto esfuerzo para lograr la necesaria convergencia hacia un conjunto de valores compartidos por la mayoría de la población. Este es un proceso lento en el cual hay que persistir.

Es necesario buscar la complementariedad entre la gestión política del proceso de cambio y el sentimiento de pertenencia a la sociedad como un todo. El avance educativo contribuirá a este proceso, al igual que al desarrollo económico.

Como hemos señalado, existe una profunda interconexión interdisciplinaria de las ciencias sociales para repensar en toda su amplitud la economía. Necesitamos una nueva visión para la nueva era que definitivamente ha inaugurado el COVID-19.

El Consenso Latinoamericano 2020 contribuirá poderosamente a ello.

Autores: académicos que fueron parte del consenso

Se trata de 18 puntos que establecen los 31 autores que participaron, a instancias del Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca en España, entre ellos se encuentra el peruano Humberto Campodónico, catedrático de la UNMSM y columnista de este diario.

Ramón Casilda Béjar (Universidad de Alcalá)

José Antonio Ocampo (Universidad de Columbia)

Manuel Alcántara (Universidad de Salamanca)

José Antonio Alonso (Universidad Complutense de Madrid)

Nelson Barbosa (Fundación Getulio Vargas -Universidad de Brasilia)

Carlos Berzosa (Universidad Complutense de Madrid)

Ricardo Bielschowsky (Universidad Federal de Rio de Janeiro)

Lourdes Casanova (Universidad de Cornell)

João Carlos Ferraz (Universidad Federal de Río de Janeiro)

Ricardo Ffrench-Davis (Universidad de Chile)

Gustavo Flores-Macías (Universidad de Cornell)

Roberto Frenkel (Universidad de Buenos Aires)

StephanyGriffith-Jones (Universidad de Sussex)

Guillermo Larraín (Universidad de Chile)

Nora Lustig (Universidad de Tulane)

Carlos Marichal (Colegio de México)

Pablo Martin Aceña (Universidad de Alcalá)

Emilio Menéndez del Valle (Embajador de España)

Juan Carlos Moreno Brid (Universidad Nacional Autónoma de México)

María Victoria Murillo (Universidad de Columbia)

Alfonso Novales Cinca (Universidad Complutense de Madrid)

Paulo Paiva (FundaçãoDom Cabral do Brasil)

Antonio Javier Ramos (Universidad Pontificia de Comillas de Madrid)

Martin Rapetti (Universidad de Buenos Aires)

Santos Miguel Ruesga (Universidad Autónoma de Madrid)

Lucía Sala Silveira (Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón)

Francisco Sánchez (Universidad de Salamanca)

Miguel Sebastián (Universidad Complutense de Madrid)

Andrés Solimano (Centro Internacional de Globalización y Desarrollo de Chile)

Daniel Sotelsek (Universidad de Alcalá)