AFP y El País
La presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, considerada una “resistente” ante Pekín, logró una amplia victoria el sábado en las elecciones presidenciales celebradas en esta isla de 23 millones de habitantes y que serán cruciales para el futuro de las relaciones con China.
“Taiwán está mostrando al mundo cuánto apreciamos nuestro estilo de vida libre y democrático y nuestra nación”, dijo a la prensa la dirigente, de 63 años, que aboga por mantener las distancias con China.
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Tsai obtuvo 57% de los votos y Han Kuo-yu, su rival y afín a Pekín, el 39%, según resultados oficiales. Los dos candidatos tenían visiones divergentes sobre el futuro de la isla y de sus relaciones con China, principal socio comercial. Tsai, quien recibió la felicitación de Kuo-yu, se distancia del autoritarismo chino y dijo que confiaba en su victoria para hacer “la democracia taiwanesa más fuerte”.
Tras proclamar su victoria, Tsai ofreció diálogo a China, aunque advirtió: “Espero que las autoridades de Pekín comprendan que el Taiwán democrático y nuestro electo gobierno democrático no cederán ante amenazas o intimidación”.
Estados Unidos, aliado de Taiwán, felicitó a Tsai por su victoria. “Bajo su liderazgo, esperemos que Taiwán siga siendo un brillante ejemplo para los países que luchan por la democracia”, dijo en un mensaje el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo. Taiwán, que tiene su propia moneda, bandera, ejército, diplomacia y gobierno está de hecho separada políticamente de China desde hace 70 años. Pero solamente un puñado cada vez menor de países reconoce a la isla como país independiente.
China considera a Taiwán como una de sus provincias y ha jurado que volvería a controlar un día este territorio, incluso por la fuerza si fuera necesario.
“¡No queremos ser Hong Kong! Es muy importante que defendamos nuestra democracia y nuestra libertad”, remarca Jimmy Tsang, estudiante de 24 años en la Universidad Nacional de Taiwán, y enfatiza cada una de sus palabras agitando una bandera verde, el color del Partido Demócrata Progresista (DPP) de la presidenta Tsai Ing-Wen, durante su mitin mientras otros jóvenes que le escuchan asienten con la cabeza y con más entusiasmo vuelven a ondear sus banderas partidarias.
Los jóvenes de Taiwán han seguido con avidez los acontecimientos en Hong Kong. Son cada vez menos proclives a identificarse con sus ancestros chinos y tienden a considerarse exclusivamente taiwaneses, a diferencia de sus padres y abuelos.
“Tenemos la suerte de tener democracia y libertad, algo que todo el mundo quiere, y tenemos que protegerlas. Nosotros no somos China. Somos un país aparte, distinto de China”, dice Emily Lee, una joven fiel a su lideresa.