Melilla es una ciudad de España que se ubica en el norte de África, y es el único punto de entrada por tierra a la Unión Europea desde el continente del Sahara. Pero no es una tarea fácil para los migrantes que se concentran en Marruecos.
El enclave está delimitado por una valla de alambrado que ha sido reforzada en las últimas décadas para impedir la masiva migración de los pobladores de diversos países africanos, impulsados por diversos motivos: huir de los conflictos armados, las persecuciones étnicas y religiosas, o encontrar una mejores condiciones económicas.
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En un documental de la BBC, un migrante camerunés, cuya identidad fue protegida, logró llegar a Melilla después de una dura travesía.
“Cuando salí, no tenía intenciones de llegar hasta Europa. Solo quería llegar a un sitio donde poder encontrar la seguridad de vivir una vida normal, sin violencia”, afirma.
Primero llegó a Chad, donde habían conflictos por terrorismo. Entonces tuvo que volver por Nigeria.
Un grupo de personas se preparan para cruzar la valla de Melilla. Captura de video/BBC.
“Cambié de dirección y subí por Níger. Luego decidí subir por Libia. Cuando llegué, me vendieron a unos árabes. Me escapé y me ayudaron a cruzar la frontera hasta Argelia”, relata.
Melilla es un ciudad de 85 000 habitantes y está rodeada de la frontera más fortificada de la Unión Europea: una valla de 12km de largo y seis metros de alto separan a Marruecos de España.
“Antes circulábamos libremente de Melilla a Marruecos y viceversa. A principios del año 90 y a partir del acuerdo de Schengen, se empiezan a cerrar las fronteras de Europa, ahí es cuando se comienza a poner una valla, que en realidad es una alambrada”, indica José Alonso Sánchez, magistrado de la Asociación Pro Derechos Humanos Melilla.
Migrantes cruzando la valla de Melilla, mientras las patrullas fronterizas se preparan para neutralizarlos. Captura de video/BBC.
Según la BBC, quienes tratan de cruzar la frontera ilegalmente lo hacen saltando la valla, escondidos en auto o bordean la costa por mar en una embarcación, pero no todos consiguen llegar.
Los migrantes que intenta superar esta alambrada se exponen a cortes y lesiones por caídas. En tanto, las patrullas marroquíes y españolas están pendientes de sus movimientos para neutralizarlos.
“A partir de la diferencia que hay entre los dos países, la valla se va elevando proporcionalmente a medida que van pasando los años”, señala José Luis Villena, profesor de la Universidad de Granada y coordinador de “Derechos Humanos y Justicia Universal en la Frontera Sur”.
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El caso más trágico del drama de la migración en esta parte del mundo sucedió en 2014, en Ceuta, otra ciudad española al norte de África. Allí, unos 200 migrantes trataron de rodear un extremo de la valla a nado por la playa del Taraja. La guardia civil trató de rechazar su entrada disparando balas de goma y botes de humo.
Esa noche, 15 migrantes murieron ahogados. Según la Guardia Civil, los agentes dispararon al agua. Según algunos sobrevivientes, les dispararon a ellos, informa el documental.