En estos días en que la coyuntura nacional pareciera exigirnos discutir únicamente los planes de los candidatos a la presidencia y establecer certezas pragmáticas sobre el futuro —como si los peruanos estuviésemos hechos únicamente de teorías de gobernabilidad e índices de crecimiento—, en estos días digo, un elenco internacional de intelectuales se reunió en Arequipa con miles de ciudadanos para debatir esas otras materias que nos hacen ser quienes somos y nos permiten soñar con quienes podemos ser. Si el foro de la CADE en Paracas visibilizó las opiniones del Perú político y empresarial, el «Hay Festival» de la Ciudad Blanca fue el escenario perfecto para compartir preocupaciones acerca de la existencia y del pensamiento crítico, de la importancia de plasmarlas en una obra que podamos ofrecer al público como un acto de cultura y sensibilidad para que ese mismo público nos la devuelva enriquecida y multiplicada. Este festival importantísimo —que por primera vez se ha realizado en nuestro país y promete reeditarse el 2016— no solo ha dejado un saldo positivo en términos de convocatoria y organización, sino que también nos ha dado excelentes noticias sobre los miles de peruanos que reclaman saber más para ser mejores individuos; que quieren escuchar a quienes se dedican a observar la realidad para aprender a observarla ellos también, a recordarla y nombrarla sin miedo, a sumergirse en ella sospechando de lo meramente superficial y cotidiano. Esos peruanos, que entre el sábado y el martes recorrieron el magnífico centro histórico arequipeño junto con autores de diversos países, algunos viajando incluso desde Lima, Tacna o Cusco, son una muestra representativa de los millones de peruanos que saben que hay pobrezas que ningún candidato podrá erradicar jamás por muy estadista y eficiente que diga ser, sencillamente porque son pobrezas de otra índole, pobrezas que la mayoría de políticos no está en capacidad de advertir. No son pobrezas materiales, sino emocionales. No son de información, sino de conocimiento. No son de dinero, sino de humanidad.