Texto y fotos: Juan Carlos Cisneros
Carlos Saraza, maestro mascarero de Chucuito, Puno, heredó el oficio de su padre. Fabricaba máscaras de yeso y hoy las hace de hojalata. Siente que su sector puede ser uno de los más perjudicados por la pandemia. Su gremio, la Asociación de Artistas Bordadores y Careteros de Puno, ha enviado un memorial al ministerio de Cultura para que les den un financiamiento con el que puedan continuar con sus labores.
Los grupos de bailarines que practican la diablada en Puno empiezan a pedir en mayo el vestuario que usarán en la fiesta de la Virgen del Carmen, que se celebra en febrero. Es el principal ingreso para los confeccionistas y artesanos de la región.
Manuela Mamani es dueña de bordados San Antonio, una de las principales casas que fabrica las máscaras y los implementos de los bailarines de diablada. Hasta ahora, debido a la crisis del COVID-19, no ha recibido pedidos y teme que la fi esta de la Candelaria se cancele el 2021.
.
Edwin Nahuincha estudió comunicación, pero terminó dedicándose al negocio familiar: la confección de los disfraces de la Candelaria. Pide al Gobierno que no olvide a su sector.
.
Bordados San Antonio funciona en el barrio de Laykakota, Puno, a unos seis minutos de su plaza de Armas. Da trabajo a artesanos que subsisten gracias a los pedidos de los bailarines de diablada de todo el país.