Fracasó la visita del Papa a Chile. El caso más significativo fue el de Iquique: esperaban entre 350 y 400 mil personas. Llegaron menos de 50 mil. Dicen los organizadores que se ‘sobre prepararon’. También podrían considerar que Iquique tuvo como obispos a Juan Barros, encubridor de los abusos sexuales perpetrados por el sacerdote Karadima -uno de los hombres fuertes de la Iglesia Católica en Chile-, y a Marco Antonio Órdenes, acusado de abusos sexuales en el 2012. Más que una ‘sobre preparación’, uno podría decir que hubo una subestimación de la capacidad para indignarse del pueblo de Chile, que ha seguido con empatía y atención solidaria la lucha incansable de los valientes sobrevivientes de abuso clerical por que se haga justicia y se ponga fin a la impunidad imperante. A quienes venden la idea en el Perú, uno de los países más conservadores de la región, de que es Chile el católico conservador del vecindario, se les olvida agregar que con el crecimiento económico en Chile sí hubo reformas educativas sustantivas. Y ahí donde hay mejor educación, difícilmente hay catolicismo ferviente. Porque la buena educación supone de forma ineludible el desarrollo del pensamiento crítico; que es, a su vez, enemigo de los dogmas incuestionables que impone el Vaticano. Y Francisco -claramente fastidiado- hizo mal en mostrar su frustración en público, tanto en su defensa a ciegas del obispo Barros, calificando de ‘calumnias’ a las acusaciones, como en la misa aquella en que reprendió a los mapuches por ‘violentos’, luego de ofrecerse voluntariamente como mediador ante el conflicto entre el Estado y los mapuches que reclaman territorios ancestrales. De las finanzas de la visita, ni se hable...❧ Francisco hizo mal en mostrar su frustración en público en su defensa a ciegas.