José Antonio Lapa Romero. Sociólogo e investigador,Cuando las papas quemaban en el valle de Tambo, José Lapa Romero estuvo ahí. El sociólogo presenció enfrentamientos que provocaron la muerte de cuatro personas en 2015. La experiencia le sirvió para escribir un artículo sobre la convulsión desatada por Tía María. Pero no bastó. “Había muchas más cosas qué contar”, refiere. Por eso publicó el libro Lo que los ojos no ven, en el que trata de explicar los factores que dan origen a este conflicto. ¿Qué factores encontró? Encontré dos: el económico y el político. En el económico hay una empresa, Southern, que vuelve a insistir con Tía María. Ese intento de la economía minera entra en contradicción con una economía que articula a más de 20 mil familias en el valle de Tambo, que es la agricultura. Es esta contradicción la que entra en tensión (...) Ya en el conflicto mismo hay un choque entre Estado y población, y sucede la violencia que produjo detenidos, heridos y muertos. ¿Hay alguna particularidad del conflicto de Tía María con otros del país? Si uno mira los conflictos en el Perú, hay diferencias y similitudes. Por ejemplo, lo que pasa en Tambo se parece mucho a lo del valle piurano de San Lorenzo con el proyecto Tambogrande (de Manhattan). Allá tienen un valle con un sector importante que vive de la agricultura y de la exportación. Es esa base económica la que termina oponiéndose a Tambogrande. En cambio, tienes otro escenario en Espinar (Cusco) donde la gente de la agricultura convive con la minería. Si preguntas a la gente no es que quieran que se vaya la mina, lo que quieren es que el aporte económico sea mayor. ¿Hay una explicación para que un sector de Tambo tenga odio a Southern? Mirándolo en términos políticos, es una oposición. Más bien odio es lo que ha generado el conflicto, es una consecuencia de la violencia. Lo que a mí me preocupa es que se han generado fracturas subjetivas, la gente tiene mucho odio, rencor, no solamente contra Southern, sino contra los policías y el Estado. Una cosa es haber vivido un conflicto; esas situaciones no las vives tan fácil. Esas cosas te marcan. Muchos dicen que si hubiera un cambio generacional en Tambo se aceptaría Tía María, otros que el proyecto sería viable si es otra empresa, y no Southern, la que explote Tía María... Es probable que entre Southern siempre y cuando no haya agricultura, por que los que se oponen son los agricultores, que son miles (...) Si las comparas tienes por un lado un valle que te puede mover 800 millones de soles al año en productos; mientras que, según Southern, empleará a 600 a mil personas en la fase de explotación y 3,500 en la de construcción. ¿Quienes son esas 600 o mil personas contra 20 mil? No es nada. La economía minera articula muchos sectores pero termina siendo muy pequeña. Mencionó que solo es posible Tía María si no hay agricultura. ¿Está diciendo que es imposible el proyecto? (Dije eso) no solo por las condiciones donde se ubica el proyecto, sino por las fracturas que generaron la violencia. Una de las conclusiones del libro es que sigue habiendo una economía agrícola fuerte y otra es que hay gente que fue marcada por la violencia. Mientras que no desaparezcan esas marcas seguirá habiendo resistencia. Algunos dicen que la población de Tambo es terca, no entiende razones ni de beneficios que traería Tía María… Detrás de la terquedad, entre comillas, hay razones y hay que entenderlas. La gente del valle vive de la agricultura. Más allá de su grado de educación, no es un sentimiento irracional. ¿Cual es el rol que ha cumplido el Estado? Si uno mira el país y cómo viene actuando en situaciones de conflicto, tienes un Estado que no parece Estado, parece una proyección más de las empresas mineras. El poder económico y político se ha construido en un nivel de cercanías y de influencias, lo que constituye en el estado capitalista que es el Perú. Por tanto, no pidas un Estado capitalista que no defienda los intereses de los sectores dominantes del país. Los sectores mineros son parte de esos sectores dominantes y tienen mucha influencia en las políticas económicas del país. ¿Y cuál ha sido el papel de la Southern? Lo que encontré es que hay patrones de comportamiento de las empresas mineras. Cuando entran a una comunidad, no solamente se expresan como poder económico, necesitan poder político. Por lo tanto, despliegan estrategias para crear consenso y que puedan desarrollar su proyecto. En esa lógica despliega mecanismos. Uno es el clientelismo minero, es decir, “oye, ya pues, apóyame el proyecto, te doy chamba”. Por otro lado encuentras la coactuación, es decir, compras dirigentes. El control ideológico también es importante. Terminan influenciando a la mayor cantidad de medios, comprando línea editorial, teniendo locutores de radio. (...)Y por último tenemos el control social con regalos y programas, como te construyo tu loza. Si esto lo habría aplicado Southern, ¿por qué no le funcionó? En los medios sí, lo que no funcionó es el control social porque tuvo un colectivo sin peso político y sin legitimidad.