María Elena Guillén Núñez postula en la plancha congresal de Acción Popular por Arequipa. Heredó la vena política de su padre, Carlos Guillén Santa Cruz, un viejo exdirigente político y exfuncionario público. Desde el gremio de profesionales denunció la mala calidad del agua que proveía Sedapar. Si llega al Congreso tiene como tema impulsar una reforma en la salud y que los peruanos no se mueran en los hospitales ,Hace dos años, Arequipa soportó una emergencia sanitaria por la mala calidad del agua potable. PUEDES VER: Turistas no podrán visitar Machupicchu ni Huaynapicchu en abril del 2016 María Elena Guillén Núñez, entonces presidenta del Consejo Regional de Decanos (Conrede), inició una campaña contra Sedapar para obligarla a mejorar el servicio. Como sentía que no la escuchaban quiso llamar la atención con una manifestación muy personal. El 2 de octubre del 2014, con una olla y un cucharón, se paró sola en la plaza de armas para protestar. La acompañó la entonces alcaldesa encargada del Municipio Provincial Candy Paola Carpio. "Sentí vergüenza (por su solitario acto) pero me la tragué. Me dio cólera que Sedapar hiciera oídos sordos a un problema que era obvio. Me dije: iré hasta las últimas consecuencias y lo hice". Luego se prendió una campaña para obligar a la empresa de saneamiento a mejorar sus niveles de producción del agua que provenía de las represas hipereutrofizadas por la proliferación de algas. La empresa implementó una planta de carbón activado y eliminó los olores fétidos. Sus amigos más cercanos llaman a María Elena como "Mayita". Es Químico Farmacéutica de profesión. Tiene 46 años y vive con su padre Carlos Guillén Santa Cruz, un exdirigente político cuya militancia más importante debe haber sido la de Acción Popular. Heridas que no sanan ¿Qué empuja a esta profesional a meterse en el fango de la política enviciada de miseria y corrupción? Asegura que su fin es luchar por la salud de las personas. Mejorar la calidad de las prestaciones que se dan en los hospitales. Este deseo lo alimenta una tragedia familiar: la muerte de su madre en abril del año 2012 debido a una negligencia médica. Sus manos se ponen temblorosas y sus ojos rojos. Intenta sonreír pero se muerde los labios al mirar la fotografía de su madre en la pared. Diario La República Cuando Lourdes Núñez tenía 72 años, le dio una grave enfermedad. Cirrosis hepática. Fue fulminante. En un mes la descompensó se puso muy mal. "La llevamos desde Arequipa al Rebagliati (EsSalud Lima). La trataron como si fuese una moribunda y a nosotros no nos comunicaban nada. Fue tan dolorosa la inhumanidad que vivimos en ese hospital, que trajimos a mi mamá al hospital central de EsSalud en Arequipa, donde murió". Guillén reclama humanidad en los médicos. Les falta trato con el paciente y familiares. Urge una reforma en el sector salud. "En Honor a mi madre, no descansaré y daré todo lo que tengo para que la gente no pase el dolor que yo pasé", dice María. De pronto se para y se dirige a las escaleras de su hogar, donde yace un altar muy antiguo. Una imagen del Señor de La Sentencia, hecho de yeso y con una historia familiar de más de 100 años. "Lo trajimos desde Puno, era de mi abuela", dice Manuel Guillén, su hermano. La imagen de alguna manera representa los orígenes puneños de la familia. "Maya es todo para mí", dice Manuel. Recuerda que cuando eran pequeños sus padres tuvieron un accidente terrible y la hermana se hizo cargo de la familia. Ella tenía solo 8 años. "No me importa si es política o no, ella es una persona de gran corazón", dice Manuel, con quien compartieron travesuras en Cusco. En esa ciudad radicaron parte de su infancia por la actividad laboral del padre. Ahí se incorporó Celia Palomino para apoyar en las tareas domésticas. Hoy vive con ellos y es parte de la familia. Palomino cuenta que cuando María y Manuel eran pequeños eran traviesos. No dudaban en sacar de la cocina ron de quemar y formar figuras de fuego azul. "Éramos piromaníacos", dice entre carcajadas Manuel. Para María Guillén fue la época más hermosa de su vida, entre juegos, naturaleza y el amor íntegro de sus padres. María Elena es soltera y no tiene hijos, es feliz y ama la vida. Los que la conocen nunca la ven triste y siempre una sonrisa adorna su rostro. Es cierto que tiene miedo de enfrentarse a los políticos más adiestrados, pero considera que vale la pena su lucha. Dice que dará batalla.