Candidata presidencial por la agrupación Frente Amplio (FA). Psicóloga, docente y política. Congresista por la región Cusco. Entró al Parlamento por Gana Perú pero renunció a esa bancada en junio de 2012, luego que estallara el conflicto de Espinar., Verónika Mendoza se tomó varias semanas antes de decidir si postularía a las internas del Frente Amplio (FA). Y aunque los detractores de la izquierda aprovecharon ese largo período de silencio para cuestionarla, ella precisa que la decisión merecía ser meditada porque ser candidato presidencial no se puede tomar a la ligera. "Para mí no fue, como para algunos, que un día se me ocurrió que quería ser candidato", agrega. PUEDES VER: Fujimorismo al descubierto Tienes 35 años, uno menos que los que tuvo Alan García en su desastroso primer período. ¿Se tiene la experiencia y formación necesaria para gobernar a esa edad? Claro que sí. Y que quede absolutamente claro que no pretendemos, como hizo Alan García, estatizar la banca ni hacer y deshacer en el país. Además, no es que un buen día se me ocurrió participar en política, yo tengo más de 10 años en esto, cinco en el Congreso y varios haciendo esfuerzos por consolidar el Frente Amplio. Yo sé cómo se mueve el Estado, sé como es el monstruo por dentro; sé concertar pero también sé defender mis posiciones, incluso en situaciones de muchísima presión. Entonces, esa experiencia la tengo. La que no tengo ni tendré es la experiencia en indultar narcotraficantes, en corromper funcionarios, o la experiencia plagiando y mintiendo como cancha. Hace más de medio año se advirtió que la única posibilidad que tenía la izquierda para enfrentar a las demás candidaturas era la unidad. Pero esto no pasó... A mí me hubiera gustado particularmente que hubiéramos podido convocar a más fuerzas porlíticas de izquierda, progresistas y nacionalistas que no están ahorita en el Frente Amplio, pero igual hemos logrado convocar a distintas organizaciones. Somos verdaderamente un frente y más allá de algunas individualidades que han tomado decisiones particulares, un poco incomprensibles a mi juicio, las organizaciones políticas como tal están en el Frente Amplio. Pero, lo más importante –creo– es lograr conectar con la gente, con sus demandas, que se sientan verdaderamente representados. Esa es nuestra preocupación en este momento, darles pruebas concretas de que nosotros sí vamos a hacer lo que decimos, porque ahora en campaña todos los candidatos acomodan su discurso para el electorado. Ahora, varios de ellos hablan de renegociar los contratos de gas. Nosotros felices de que se sumen a esta propuesta, pero quienes hemos estado en esta lucha permanentemente somos los que estamos en el Frente Amplio. Dices que lo importante es que la gente se sienta representada en el FA y a dos meses de las elecciones, solo un 2% de los peruanos dice que votaría por ustedes. ¿Cuál es el problema? ¿El Frente Amplio? ¿Verónika Mendoza? Hay varios factores que explican lo que está pasando. Uno de ellos es que la escasez de recursos nos dificulta llegar a más amplios sectores de la población. Hoy nos conoce un poco menos del 20% de la gente; entonces, debemos redoblar esfuerzos para llegar a más regiones del país. También es cierto que hemos estado concentrados en nuestro proceso interno, en definir democráticamente nuestras candidaturas al Congreso y eso nos ha distraído un poco de la propia campaña electoral. Ciertamente, hay muchas cosas que tenemos que mejorar, que tenemos que ajustar y lo estamos haciendo. Tenemos todavía dos meses por delante, nada está dicho. En los viajes que hemos hecho en las últimas semanas, he sentido que sí hay buena acogida. A medida que la gente conoce nuestras propuestas se da cuenta que somos una verdadera alternativa que sí plantea cambios. ¿Se puede pasar del 2% a un porcentaje que te permita pasar a la segunda vuelta en dos meses? Todo puede pasar en dos meses. Si tú revisas las encuestas en los procesos electorales anteriores, a estas alturas del partido nunca han sido definitorias. Claro, soy consciente de que esto implica hacer ajustes, redoblar esfuerzos, y lo vamos a hacer. Varios analistas han coincidido en que su baja aceptación tiene que ver con la historia de divisiones y rencillas de la izquierda y la sensación –reforzada últimamente por la gestión de Susana Villarán– de que no saben gobernar. Bueno, en el Frente Amplio sí hemos logrado convocar a la mayoría de fuerzas políticas de la izquierda. Pero no solo eso, también estamos convocando a toda organización, a toda persona, que aspire como nosotros a un cambio para nuestro país. Ahora, también es cierto que cargamos algunos pasivos de otros, que no somos los del Frente Amplio; el propio pasivo del gobierno de Humala, que mucha gente cree que ha sido un gobierno de izquierda porque, claro, en algún momento la izquierda fue parte de ese proyecto. Por eso es importante aclarar que no fue así, que lo que ocurrió ahí fue una clarísima traición al plan de gobierno que se había ofrecido. Nosotros no tenemos por qué cargar con pasivos que no son nuestra responsabilidad, aprender las lecciones, sí; pero lo nuestro es un proyecto de izquierda nuevo que mira para adelante, no para atrás. ¿Cumplirán ustedes la promesa de la Gran Transformación? No, primero porque en el FA estamos haciendo esfuerzos por construir una organización sólida, cosa que no ocurrió en el Partido Nacionalista, y eso también lo asumo autocríticamente porque yo fui en alguna medida parte de ese proyecto. Claro que hay algunas cosas en las que coincidimos, otras no, porque hay una agenda pendiente de recuperación de nuestra soberanía y de nuestros recursos, ¿no? Has dicho que estás de acuerdo con una minería responsable. ¿Conga y Tía María son proyectos que definitivamente no van? En este caso particular, y que quede claro que es en este caso particular, no hay condiciones. En el caso del proyecto Tía María y del Valle de Tambo, hay una enorme resistencia de parte de una población que tiene, además, el legítimo derecho de desconfiar de una empresa con un historial de contaminación, de violación de derechos, de corrupción, de no respeto a sus propios trabajadores. Yo no veo por qué tenemos que presionar y recurrir al chantaje o a la violencia para imponer algo que la gente no quiere, y menos aún en una situación en la que los precios de los minerales han caído y los propios inversionistas mineros se están retrayendo, como en el caso de Quellaveco, donde –hasta donde yo sé– conflicto no hay, pero la empresa ha considerado que no son las mejores condiciones. Has dicho que de llegar al gobierno vas a renegociar contratos, a revisar tratados y te has pronunciado contra el TPP. Estas son propuestas que siempre serán satanizadas por algunos sectores, se dirá que hacen peligrar la estabilidad jurídica. Claro, a algunos se les escarapela el cuerpo, se rasgan las vestiduras y qué sé yo, pero esos son precisamente los que no quieren que las cosas cambien, los que quieren que todo siga igual. Y nosotros y la gente no queremos que todo siga igual, lo que queremos es que las cosas mejoren. Mira, hay cosas que tienen que ver con sentido común, ni siquiera con ideologías. Cuando hablamos por ejemplo del tema del gas, ¿en qué país se ha visto que teniendo un recurso a disposición no lo uses para beneficiar a tu gente y prefieras rematárselo a una transnacional que se lo lleva? Los contratos se renegocian todo el tiempo en el mundo. Esos mismos contratos de Camisea se han renegociado cantidad de veces, pero claro, siempre a favor del consorcio en cuestión. Y no solo se han renegociado los contratos, sino que se han cambiado las leyes. Por una bendita vez, es necesario que el Estado renegocie a favor de su gente. Sobre estos y otros temas hablaste hace unos días en un canal de televisión. La actuación de algunos miembros del panel ha sido cuestionada. ¿Qué sientes tú de todo eso? Yo creo que hay prensa que está haciendo esfuerzos por dar a conocer las trayectorias de los candidatos, las propuestas de los candidatos, pero también hay algunos medios y periodistas que están más empecinados en hacer caer a determinados candidatos y no sé si eso ayude a la gente a formarse una opinión. Lo que sí no puedo dejar de señalar es que en algunos medios de comunicación hay resistencia o... en fin, algunos intereses hacen que ciertas cosas de ciertos candidatos no se digan o no se recuerden... ¿A quién te refieres? Por ejemplo, la señora Fujimori. No es el caso de todos los medios, pero a mí me parece muy desconcertante... Una congresista de su bancada ha sido sentenciada por corrupción y su principal financista y secretario general procesado por lavado de activos, y la señora Fujimori ni se pronuncia, le resbala y no pasa nada. Hay cosas que son silenciadas y pienso que la gente debería saberlo. ¿Es eso o a Keiko ya no le afecta ninguna de las denuncias que se hagan sobre el gobierno de su padre o sobre ella? A lo mejor a la gente no le importa. Mira, yo creo que si miras los medios de comunicación, mayoritariamente lo que hay es un silencio frente a estas cosas. Yo sí reconozco que algunos medios hacen esfuerzos en informar adecuadamente a la ciudadanía, pero no veo que sea el caso de la mayoría y también ha habido una campaña de desinformación durante años, durante una década y media, en la que se ha mostrado al señor Fujimori como un perseguido político y se ha planteado que no hubo un debido proceso, cuando sabemos que hay razones de sobra para que esté ahora en la cárcel. Pero también hay lo que te decía hace un momento, cierto nivel de resignación en la gente. Y cómo no lo va a haber, si elección tras elección le damos nuestra confianza a alguien que nos ofrece una cosa y luego hace lo contrario. Y si todos los que vemos en el panorama político, en distintos grados, están involucrados en cuestiones de corrupción o traición o dicen una cosa y hacen otra, entonces la percepción de la gente es que da igual. Es importante por eso que quienes realmente queremos renovar la política, digamos las cosas como son y demos muestras concretas de que las cosas se pueden hacer de otra manera, de que no todos los políticos somos corruptos, de que también habemos gente honesta. Keiko es una persona distinta a su padre, dicen sus defensores. Keiko Fujimori no ha deslindado de los crímenes que se cometieron durante el fujimorato: ella llama errores a las esterilizaciones forzadas que se cometieron durante ese gobierno, afectando a miles de mujeres que, dicho sea de paso, hasta ahora no encuentran justicia porque el Ministerio Público la sigue haciendo larga, quien sabe por qué. Llama errores a la violación de derechos humanos, ¿la matanza de La Cantuta y Barrios Alto fueron errores? ¿La corrupción generalizada, la compra de medios de comunicación fueron errores? ¡Por favor! Lo que más me parece grave es que ahora, en su propia gestión, Keiko Fujimori ha permitido que su bancada esté llena de gente procesada por delitos de corrupción y en su lista, otros candidatos procesados por proxenetismo... ¿Un gobierno de Keiko sería la continuidad del fujimorismo de su padre? No sé si un gobierno de Keiko sería la continuidad (del gobierno de su padre) o no sé si hasta peor porque, repito, entiendo que para garantizar el financiamiento de su campaña es capaz de poner a gente con graves denuncias y procesos de corrupción. Hacer un cóctel en el que se gane 750 mil soles, por favor... Cuando contabas que uno de los problemas es que no tienen recursos, te quise proponer que le pidas la fórmuia para conseguirlos a Keiko Fujimori. (Ríe) No, yo no me la creo... Nosotros nos matamos haciendo chuletadas, tonos bailables y te aseguro que 750 mil no se recauda en una actividad de esa naturaleza, así que espero que investiguen las autoridades correspondientes. Venezuela "Ya no sé qué más querían que les diga. SIempre he señalado que yo quiero una democracia para mi país, una democracia plena, donde se respeten todos los derechos", dice Mendoza, una vez más, sobre el reiterado pedido de "deslinde" con el régimen chavista.