La frase sobre un perdón médico a Alberto Fujimori llegado el momento, Pedro Pablo Kuczynski la dice de otra manera en privado, en el sentido de no querer que a él se le muera el preso en la cárcel. El sentimiento es humanitario en sí mismo, a la vez que pone buena parte de la decisión en manos de la medicina. La mala salud de Fujimori es conocida, y ha motivado frecuentes visitas a la clínica, incluso desde los tiempos en que era presidente. Un decenio de cárcel ha empeorado las cosas para el preso que se acerca a los 80 años: arritmias, subidas de presión, recrudecimiento de su mal de las cuerdas vocales, entre otros. Es el tipo de salud frágil que puede dar una mala sorpresa en cualquier momento. Ese es uno de los argumentos de quienes quieren que sea indultado: ninguno de sus males puede ser llamado terminal, pero todos juntos conforman una situación impredecible, y por tanto un riesgo real. Que es a lo que está temiendo PPK. La paradoja del asunto está en que una buena salud condenaría a Fujimori a morir en la cárcel, en este caso de causas naturales, digamos. Pues a su edad es imposible que pueda sobrevivir la larga carcelería que tiene por delante. Así, su mala salud es la única ventana que tiene abierta para obtener la libertad. La figura del perdón médico no parece una fórmula tan insólita como dicen algunos súbitos especialistas. Muchos países la tienen, como camino hacia la libertad condicional. El argumento es humanitario, en este caso el derecho de los presos que están terminalmente enfermos, o muy ancianos, a un fallecimiento digno. Si hemos entendido bien, PPK no está interesado en indultar a un preso de alto perfil que no está en peligro de muerte en los años de su mandato. De modo que es bastante claro que los médicos sí van a decidir el indulto. No en última instancia, pero de manera bastante directa. Lo demás son básicamente juegos de palabras. La idea del indulto no le cae simpática a este columnista. Pero tampoco la de dejar morir a Fujimori en la cárcel, si existe tal peligro. No estoy solo. De todos los cartelones de la marcha contra el indulto, no he visto ni uno que llame directamente, y con todas sus letras, a dejar morir al preso en la cárcel. Así, su mala salud es la única ventana que tiene abierta para obtener la libertad.