“Esto no es un indulto, es un perdón médico. Esto está exclusivamente determinado por la opinión de médicos de primer nivel, que verán cuál es el estado de salud del ex presidente Fujimori. (…) La medicina no tiene plazos, obviamente no van a ser dos años. Yo pienso que antes de fin de año podemos definir esto con opiniones profesionales». De este modo, el Presidente Pedro Pablo Kuczynski volvió a referirse a la posibilidad de indultar a Alberto Fujimori. Lo hizo este viernes, preguntado por el panel de Ampliación de Noticias de RPP.Parecería la frase menos feliz en el momento más inoportuno. Seguir removiendo el asunto que más polariza a la opinión pública, llegando a establecer un horizonte de solo seis meses para la liberación, justo cuando el fujimorismo está sumido en la peor crisis interna de su historia, resulta de una testarudez que parecería suicida. Es la quinta o sexta vez que lo hace.Algo semejante ocurrió hace dos semanas, en medio de la gravísima crisis por la salida de Alfredo Thorne del Ministerio de Economía y la interpelación a Carlos Basombrío, ministro del Interior. Como si no fuera suficiente, entonces Kuczynski se abrió un nuevo frente, reviviendo sin que nadie le pidiera la discusión sobre el indulto.¿Por qué el empecinamiento por mantener vigente este debate? ¿Por qué cada vez que encuentra cierta calma, PPK destapa esta caja de los truenos? ¿Por qué no escoge mejor sus palabras, responde con evasivas o simplemente opta por un silencio estratégico frente a la prensa?Solo queda asumir que PPK y sus asesores están interesados en mantener viva la polémica por el debate. En Palacio de Gobierno parecen haber decidido que resulta la mejor estrategia para dividir al fujimorismo y conseguir algo de oxígeno político. El meollo de la pelea que esta semana han escenificado los hermanos Fujimori es la liberación de su padre. Keiko no la quiere porque mermaría significativamente su poder, y es el principal objetivo de la carrera política de Kenji. Como sea, uno y otro han depuesto su animosidad con el ejecutivo, mostrándose dispuestos a un acercamiento.Pero esta estrategia tiene varios riesgos. El mayor es que una importante masa de votantes, aquella que inclinó la balanza por Ollanta Humala en 2011 y por Pedro Pablo Kuczynski en 2016, no entienda el cálculo o no acepte el indulto como argumento de negociación, se sienta defraudada y traicionada, y retire su respaldo al presidente. Algo que no puede obviarse, cuando la aprobación de PPK ha caído al 38%.Además, el indulto es una moneda de cambio con fecha de caducidad. No se lo puede mantener vivo para siempre, menos ahora que Kuczynski se ha impuesto un plazo para resolverlo. Si no lo cumple, Keiko y Kenji comprenderán que todo este tiempo fueron burlados y manipulados. Si lo cumple, la salida de Alberto Fujimori abre un mundo de especulaciones, no necesariamente favorables para el gobierno.¿Por qué el empecinamiento por mantener vigente este debate? ¿Por qué cada vez que encuentra cierta calma, PPK destapa esta caja de los truenos?