El Apra ha detectado una ventana de oportunidad, en algunas de sus antiguas ideas. Alan García le dice al XXIV° congreso partidario que “Es hora de un vigoroso rumbo juvenil, social y sindical, de una afirmación popular y de izquierdas del aprismo”. Nidia Vílchez dice: “Debemos replantear nuestra ubicación, nos han derechizado y no somos de derecha, somos de izquierda”. “Izquierda democrática” son las palabras de orden de la reunión partidaria de estos días, pronunciadas con algo de ironía. Es un concepto harto conocido, que ha acompañado al Apra a lo largo de su existencia, una autoidentificación con oscilantes dosis de realidad. Pues por largos momentos el partido ha estado a la derecha de casi todo el espectro político. Reclamar la etiqueta social-demócrata en estos tiempos tiene un sentido propio para el Apra, que no es la nostalgia. Por lo pronto las declaraciones de García, Vílchez y otros dirigentes dan la impresión de apuntar a terrenos más amplios y quizás parecidos a los del tipo de izquierda pura y dura que logró llegar segunda a las elecciones parlamentarias del año pasado. Pero darle sentido y real peso a sus declaraciones de esta hora significaría para el aprismo empezar a desplazarse hacia la oposición. No solo frente al gobierno, que es la parte más fácil del planteamiento, sino también frente al fujimorismo, al lado del cual ha caminado desde el 2006, con el cual tiene buenas relaciones en el actual Congreso. Un paso así hacia la oposición colocaría al Apra entre dos fuegos: la respuesta de la derecha y luego la reacción de la izquierda en defensa de su territorio. Aunque con esa misma izquierda tendrían que marchar juntos los renovados social-demócratas en algunas ocasiones. Algo que no hacen desde más o menos el cambio de siglo. ¿Hay realmente mercado para una apertura hacia la izquierda? A pesar de que el 2016 una inmensa mayoría votó por la derecha y el centro-derecha, la buena performance de Verónika Mendoza dice que sí. Aunque Mendoza además de izquierdista es mujer, joven, cusqueña, y en ese momento era un rostro nuevo en la política. Un ramo de rasgos novedosos difícil de replicar desde el asentado Partido Aprista.