El problema más urgente para la sociedad peruana, hoy, pasa por su bolsillo. Toda clase de eufemismos se están usando para no generar pánico. Estamos “desacelerados” o vamos “a crecer menos”. Son bonitas formas de decir que el Perú está parado. Pero la forma no cambia el fondo ni sustituye la realidad. Cuando algún economista se atreva a usar la palabra “recesión” será porque ya estará instalada entre nosotros. Es cierto que no avanzar siempre será mejor que retroceder. Pero, para una sociedad como la peruana, con tantas carencias –donde hace muy poco millones salieron de la pobreza y otros millones permanecen en ella– no crecer es un desastre. ¿Por qué el Perú no crece a buen ritmo? Ya no se puede agotar la explicación en los precios internacionales de la minería. Hay otros factores desatendidos por este gobierno. En particular, una inversión pública paralizada bajo la sospecha de corrupción y una inversión privada que, siendo escasa y temerosa del pésimo trato que recibe en el Perú, se va a otra parte.¿Por qué no es posible revertir el destino de la inversión como motor del crecimiento? Porque el gobierno se está enfrentando a una narrativa que no logra cambiar. Esta no viene –como usualmente ha sido– solo desde la izquierda, cuyo fracaso ideológico en la economía trajo 25 años de finanzas sanas y, finalmente, prosperidad al Perú. Ahora viene también desde los voceros del fujimorismo, aprismo y acciopopulismo. ¿Cómo ha funcionado esta narrativa desde la campaña nacional? Con premisas bastante sencillas. Primera, “la única razón del estancamiento económico es la corrupción”. Suena bien, ¿verdad? Como sabe cualquier narrador de cuentos si el enemigo es único, oscuro y lejano, mucho mejor. Lamentablemente, esa no es la única razón para una crisis económica. El Perú ha tenido años de gran crecimiento de la mano de la gran corrupción. Una cosa, más bien, atrae a la otra. Segunda, “la captura del poder por el sector privado ha hecho que se instale el reino del lobby o la gestión triunfante de intereses particulares”. Falso, otra vez. Por lo menos una generalización así de plana es de improbable ocurrencia hoy. Lo que hace la captura de intereses privados en algún momento y sector, es aniquilar la competencia y, sin ella, no hay mercado libre posible. Eso se hace muy evidente y los perjudicados lo hacen saber con bastante velocidad.La tercera premisa está atada al presidente. Se trata de su carácter. Como en este relato resulta difícil destruir al economista exitoso, se le debe reemplazar en el imaginario popular por otra cosa. ¿Cuál sería la kriptonita? Llamarlo gestor de intereses o lo que despectivamente se llama “lobbista”. ¿Funciona? Fue casi suficiente para aniquilar a PPK en campaña. Pudo remontar el mote, pero hoy se repite como un mantra en todas las redes sociales, en el debate parlamentario, en la calle. Cientos, miles de veces. ¿Acaso no es esa narrativa la que usa el contralor como medio de defensa y que encuentra eco en varios medios? ¿No es la misma historia repetida en los casos Saavedra, Vizcarra, Thorne y ahora Zavala? Kuczynski ha sido muchas cosas en su larga vida, pero no tiene ninguna habilidad para ser gestor de intereses particulares. Es un desastre comunicando, se confunde de interlocutores, dice lo primero que –en un exceso de sinceridad– se le ocurre, tiene demasiada exposición pública y detesta pelearse con alguien. Es decir, si hubiera tenido que ganarse la vida haciendo lobby se hubiera muerto de hambre. Un gestor de intereses es un hábil expositor de lo que vende; se guarda información para el momento oportuno; atribuye siempre el triunfo a su cliente o a las bondades de la causa; y se pelea con muchos, confrontando siempre. El lobby en los Estados Unidos es una carrera seria en Washington. Toda causa, toda industria, tiene una empresa de lobby registrada a cargo de identificar amenazas legislativas y anteponer intereses contrapuestos. Desde la vida hasta el aborto, pasando de las armas domésticas a la defensa, todo se maneja a través de estos maestros en el arte de la argumentación. Kuczynski nunca, en todos sus años allá, fue lobista. Sin embargo, la kriptonita está funcionando y muy bien.El tema de fondo será este en los próximos meses: la economía está mal, porque nuestros brillantes economistas son unos brillantes lobistas. Desterrados del poder, la economía estará bien.Eso también es falso. Nuestra economía estará peor y nuestra política mucho peor porque la oposición ni siquiera tiene oferta de cambio. Pero si el gobierno no entiende la magnitud del ataque, está perdido. El viejo fantasma de la recesión recorre el Perú y ningún peruano mayor de 40 años es indiferente a lo que vivió. Su solo recuerdo lo deprime. La sola posibilidad de volver, lo sublevará. Nuestra economía estará peor y nuestra política mucho peor porque la oposición ni siquiera tiene oferta de cambio.