¿Hay fujimoristas asustados por los audios del contralor?,La difusión de un nuevo audio grabado por Edgar Alarcón, esta vez al premier Fernando Zavala, lleva a reflexionar sobre la validez de esta herramienta para probar un delito o infracción, pero no debe dejar duda de que constituye una evidencia más de que el aún contralor es un crápula que se mueve por la cloaca de la ilegalidad. Lo anterior es el primer punto que debe destacarse en el contexto de los destapes que significan los audios grabados y divulgados por Alarcón a través de un medio de comunicación. Penetrar en la privacidad de una persona sin su permiso, por distintos modos, interceptando un teléfono o email, o grabando una conversación privada por uno de los que dialogan, para luego extorsionarla, es un delito. Pero la difusión del audio no debe ser un delito. Los políticos han realizado varios intentos para condenar, hasta con cárcel, al periodista que difunda un audio, y los periodistas hemos defendido el derecho a hacerlo siempre que se cumpla el requisito de que haya un interés público en esta invasión de la privacidad. Por ejemplo, como ocurrió con los ‘petroaudios’. Chuponear a alguien por el teléfono o su correspondencia escrita o digital, o grabarlo en una conversación en la que hasta se le induce a decir algo para luego extorsionarlo, como es obvio que lo ha hecho de manera sistemática el aún contralor Edgar Alarcón, es un delito que en su caso se agrava por ser uno de los funcionarios más importantes del Estado para supervisar el cumplimiento de la legalidad, como lo es el contralor general de la república. Desde que se difundió el audio de la conversación entre Alarcón y el ahora ex ministro Alfredo Thorne, esta columna ha señalado que en el mismo no hay ningún delito ni ilegalidad más allá de algunas frases que, sacadas fuera del contexto de toda la conversación, pueden servir para paralizar a quien se le oponga. Lo mismo opina este espacio de lo oído en su conversación con Zavala. Alarcón debe ser removido a la brevedad posible porque ha demostrado ser, de muchas maneras, un bribón y un rufián, es decir, una persona sin honor, perversa y despreciable. El problema, sin embargo, es el riesgo de los que voten por removerlo, pues parece que Alarcón tiene una rockola y un equipo asesor con unos bribones comprobados en el arte de moverse por el desagüe de la política. Para decirlo sin muchos rodeos: ¿A cuántos y a qué fujimoristas también grabó Alarcón, por ejemplo, armando planes contra el gobierno, lo cual impide a Fuerza Popular votar por sacarlo del puesto de contralor?