El Congreso debe remover de una vez a Edgar Alarcón.,Estuvo bien que se siga el debido proceso para remover al impresentable que aún se desempeña como contralor, pero habla muy mal del sistema institucional peruano que alguien como Edgar Alarcón haya trepado tan alto en la jerarquía del estado. Los serios problemas de Alarcón para estar al frente de la contraloría son evidentes. Es cierto que los destapes sobre su trayectoria accidentada han coincidido con su posición sobre Chinchero, lo cual produce la sospecha de que las balas vinieron desde intereses vinculados a ese proyecto. Pero, sin perjuicio de ello, lo cierto es que cada destape sobre su vida es un escándalo que lo inhabilita para desempeñar un cargo crucial que lo convierte en el funcionario más importante para supervisar la legalidad de la ejecución del presupuesto. Alarcón ha demostrado estar mejor preparado para administrar un establecimiento como Las Cucardas en vez de la contraloría. Su negocio de compra-venta de autos, favorecer indebidamente con recursos de la contraloría a la madre de sus hijos, no presentar declaración jurada durante varios años, o su título bamba, son solo algunas de las imputaciones que debieran llevar a la comisión que lo investiga a removerlo hoy mismo. Pero eso no es lo más grave de Alarcón, pues peor es el uso de la contraloría para extorsionar a quienes obstaculizan sus planes, y eso lo consigue grabando indebidamente a sus interlocutores como el ex ministro Alfredo Thorne para inducirlo a caer en algunas declaraciones poco felices, e insinuar que lo mismo habrían hecho al premier Fernando Zavala y el ex ministro Martín Vizcarra. Asimismo, Alarcón recurre, en su afán por el chantaje, a acusar indebidamente y por su propia conveniencia, a funcionarios como la ministra de Educación Marilú Martens, a quien anuncia que denunciará penalmente por un caso de compra de computadoras, antes de recibir la información solicitada por la propia contraloría, lo cual constituye un evidente adelanto de opinión. Pero lo más vergonzoso de todo no es el comportamiento lamentable de Alarcón, sino que alguien tan indecente como él haya llegado tan alto en el escalafón nacional, luego de haber sido vice contralor por un buen tiempo, lo cual explica no solo por qué a la contraloría se le escaparon las tortugas de la corrupción, sino, como se ve por su comportamiento, que esté usando a la contraloría como un chiquero al servicio de sus intereses particulares. Por una cuestión de decencia elemental, el congreso debe remover al contralor hoy mismo.