Hoy somos un país convulsionado por las terribles imágenes de los adolescentes encerrados por sus patrones bajo llave sufriendo una muerte atroz; un brutal recordatorio de a dónde nos han llevado 25 años del neoliberalismo instaurado en la Constitución de 1993. En este escenario el presidente Pedro Pablo Kuczynsky ha anunciado que “es el momento” de ver el indulto para el autor de este orden económico y esa Constitución: Alberto Fujimori. No entra en consideración que este esté sentenciado a prisión por delitos de lesa humanidad (imprescriptibles) y por corrupción. Para evitar complicaciones legales se recurriría a la figura del indulto humanitario. Ya Kuczynsky ofreció su apoyo a Keiko en la campaña presidencial del 2011 sin que el oscuro pasado del fujimorismo le perturbara y no es de esperar que lo haga ahora.Fuentes aparentemente bien informadas han asegurado a la revista Hildebrandt en sus 13 que el indulto es ya una decisión tomada por el gobierno y Augusto Álvarez Rodrich lo da como un hecho, advirtiéndole a Kuczynski acerca el riesgo que corre de perder el respaldo de quienes lo apoyan, sin ganar el amor de quienes lo atacan. La palabra de orden “es asegurar la gobernabilidad del país”, en un diseño cuyo trasfondo último es el cogobierno entre PPK y los fujimoristas, algo entusiastamente demandado durante este último año por un importante sector de la derecha. Los más entusiastas ppkausas sostienen que así se rompería la bancada fujimorista, dejando a Keiko sin mayoría en el Parlamento. Total, soñar no cuesta nada. Queda la ilusión de vivir una feliz luna de miel, síndrome de Estocolmo de por medio.El tema va más allá de lo coyuntural y tiene sus raíces en la composición del movimiento PPK y los intereses que se mueven en el entorno inmediato del Presidente; el de sus asesores personales. Rosa María Palacios sugiere a Kuczynski librarse “del asesor que le mete preguntas del indulto en cuanto focus group manda a hacer el gobierno y le aconseja indultar a Fujimori cada vez que viaja o está con prensa extranjera”. La alusión está dirigida a Alberto Cabello, convocado por Kuczynsky como miembro del directorio de Editora Perú (El Peruano y la Agencia Andina), ex presidente de la Sociedad Nacional de Radio y TV y ex gerente de Panamericana, Canal N y Latina. Laura Grados precisa en un interesante artículo que Palacio de Gobierno realiza focus group al menos dos veces por mes y que Cabello ha ordenado desde abril colocar regularmente la pregunta sobre el indulto en las mediciones de la evolución del estado de la opinión pública. El tema del indulto no es pues simplemente una respuesta a la ofensiva fujimorista contra el consejo de ministros sino una bandera permanente de un grupo de asesores de Kuczynsky, entre los cuales se señala como los más destacados a la lobista Cecilia Blume, a Freddy Chirinos –ex asesor de campañas políticas del Apra y de Mercedes Aráoz– y, por sus antecedentes, a Cayetana Aljovín. Ellos dan por hecho que el indulto provocará resistencias y desencadenará grandes movilizaciones, pero creen que el gobierno puede resistirlas. No razonan en términos de si el indulto aplacaría o no a los fujimoristas sino andan a la búsqueda del “momento adecuado” para lanzarlo. La oposición vendría de algunos ministros, siendo la más decidida la ministra de Justicia, Marisol Pérez Tello. El premier, Fernando Zavala, hoy en la oposición, podría allanarse si eso asegura su continuidad en el cargo. Funcionarios del gobierno que se oponen al indulto, como el congresista Alberto de Belaunde y el asesor de la PCM, David Rivera, han sido apartados del tema hace ya varias semanas; una buena manera de asegurar que llegue “el momento”.Para PPK, descartada la expectativa de ir a la reelección en 2021 por una cuestión de edad, el atractivo del cogobierno sería poder llevar la fiesta en paz y concluir satisfactoriamente los cuatro años de gobierno que le quedan. Para los tecnócratas que ha nucleado el escenario sería también favorable; se sentirían igualmente cómodos trabajando para Keiko Fujimori. Es distinto el caso de los cuadros políticos, ministros y parlamentarios, que tienen expectativas de continuar en la política activa. Para ellos no es en absoluto indiferente qué vaya a pasar con el movimiento PPK, salvo para los que desde tan temprano como el día siguiente de las elecciones vienen coqueteando con el fujimorismo. Para los más lúcidos el indulto podría constituir la partida de defunción de su movimiento. Queda por ver cómo se manifiesta el país en las calles. Allí nos veremos.