Borges afirmó en una conferencia que la palabra “pesadilla” era prosaica, mientras que la inglesa nightmare (“yegua de la noche”) era poética. Lo propio puede decirse del término “bomberos”, comparado con firemen (“hombres de fuego”). A lo que conviene añadir que muchos de estos personajes a quienes tanto debemos, son mujeres. Como Gisell Flores o Stephany Crespo. Ambas estuvieron luchando contra el devastador incendio del edificio Nicolini en Las Malvinas. Acaso sin saberlo, todos estos hombres y mujeres de fuego están haciendo mucho más que combatir las llamas y salvar vidas. Con su ejemplo de sacrificio y heroísmo, confrontan la atroz irresponsabilidad de quienes colocaron esos contenedores, así como la de los funcionarios que lo permitieron o hicieron de la vista gorda. Porque lo menos que puede decirse es que no verlos era imposible. Asimismo, sus esfuerzos valientes y desinteresados, contrastan brutalmente con la rapacidad deshumanizante de los empresarios que dejaron encerrados con candado a Jovi Herrera y José Luis Huamán. Dos chicos de 19 y 21 años que seguramente murieron calcinados en esas trampas de metal. Jamás deberíamos olvidar las imágenes de ese brazo saliendo por una rendija pidiendo desesperadamente ayuda, de ese rostro ennegrecido intentando llamar con un celular desde el interior de uno de esos contenedores de la muerte. Como sabemos ahora, esos muchachos trabajaban adulterando las marcas de tubos chinos de neón, para que sus empleadores los vendan en el mercado informal. Gracias a los bomberos, hemos recordado que la informalidad mata: no solo se carece de los implementos de seguridad indispensables. Se esclaviza y explota, tal como ocurre con las niñas sometidas a la trata de mujeres en la minería ilegal. Como si lo anterior no fuera suficiente, nuestros guardianes voluntarios han puesto en evidencia las frívolas y cínicas prioridades del Congreso. El alcalde Castañeda, quien acudió tarde al incendio para balbucear mentiras que pronto fueron puestas al descubierto, ha sido “invitado” para agosto. Mientras tanto se arrastra a ministros por naderías, a fin de ajustar las tuercas del Gobierno (que se las ajusta solo), exhibiendo su poder y carencia de proyectos. Pero los bomberos (la palabra pompier en francés tampoco les hace justicia, pues significa tanto “bombero”, como “vulgar, ramplón, sin mérito”, según el Larousse) tienen otras prioridades. El extraordinario pensador humanista Edgar Morin lo dice como si fuera uno de los hombres de rojo: “Me siento conectado con el patrimonio planetario, animado por la religión de lo que religa, el rechazo de lo que rechaza, una solidaridad infinita”. Esa solidaridad infinita fue reconocida y correspondida por los limeños, quienes acudieron a Las Malvinas para apoyar con agua, alimentos y agradecimiento a esas personas que con su inmenso y gratuito esfuerzo, representan lo mejor de nosotros. Quizás esa sea la mayor contribución que nos ofrecen.