Aparentemente la ruptura del Frente Amplio es inevitable por sus contradicciones internas. En realidad las contradicciones no debieran sorprender a nadie. Como su nombre lo dice, el FA fue concebido como una agrupación integrada por organizaciones políticas y militantes independientes. Es normal que haya diferencias entre sus integrantes, que estas se reconozcan y que exista mecanismos aprobados por consenso para solucionarlas. Allí comenzaron los problemas. Tierra y Libertad, la organización de Marco Arana, que había aportado la inscripción legal para participar en las elecciones, se negó a abrir el padrón del Frente Amplio para que pudieran inscribirse todos los activistas que trabajaron para sacar adelante el proyecto. Esto convertía al FA en una organización de propiedad de TyL, excluyendo a todos los demás. En un ambiente cada vez más enrarecido, el Movimiento Nuevo Perú, cuya líder más visible es Verónica Mendoza, decidió buscar su propia inscripción electoral. Es normal que un frente político funcione con dos o más organizaciones con inscripción propia: el Frente Amplio de Uruguay tiene cinco. Pero se hizo evidente un manejo de TyL que tenía como objetivo apropiarse de todo lo logrado por millones de peruanos que trabajaron arduamente por el FA, logrando una bancada de 20 parlamentarios, la segunda en importancia, solo superada por el fujimorismo. Los militantes de TyL, que inicialmente invitaban a los de MNP a buscar su propia inscripción, los acusaron de “deslealtad” cuando comenzaron a buscar firmas. Así, la bancada se dividió en dos grupos: 11 parlamentarios que se alineaban con TyL y 9 con Nuevo Perú. Arana fue nombrado vocero de la bancada. Militantes de TyL alegan que sus votos lograron esta representación parlamentaria, lo cual es absurdo: su líder, Marco Arana obtuvo en Cajamarca –la región donde mayor respaldo tiene– 8,500 votos, muy por debajo de los candidatos de la agrupación de Gregorio Santos, cuyos 5 primeros candidatos obtuvieron 20 mil votos y más cada uno. Arana llegó a parlamentario imponiéndose por 53 votos de diferencia sobre otro militante de su propia organización, que aún sigue alegando que le robaron la elección en mesa. Mientras tanto, Verónica Mendoza obtuvo cerca de 3 millones de votos. Sobran comentarios. Así llegamos a la crisis presente. En octubre del año pasado los congresistas integrantes de MNP propusieron que se definiera por consenso reglas de convivencia y se aprobara un reglamento interno que garantizara el funcionamiento democrático de la bancada. Con TyL acordaron que se crearía un grupo de trabajo para elaborar un reglamento de consenso y aprobaron el acuerdo de que solo podría expulsarse o suspenderse a un miembro de la bancada con el voto de 3/4 partes de los integrantes: 15 votos. Así que se aprobó la ley impulsada por el fujimorismo contra la creación de nuevas bancadas en el Congreso, Arana se desentendió del acuerdo y procedió a imponer sus decisiones unilateralmente, a pesar de que la condición de vocero no lo convierte en líder de la bancada. Cuando Oracio Pacori abandonó TyL y se pasó al MNP los dos bloques pasaron a tener 10 integrantes cada uno y TyL perdió la mayoría. Intenta ahora recuperarla expulsando a un parlamentario de MNP, Richard Arce, y para eso Marco Arana y su grupo de congresistas han aprobado unilateralmente un reglamento interno de la bancada, que no cuenta con la mayoría de la mitad más uno requerido por el reglamento del Congreso. Ahora negocia el respaldo de la bancada fujimorista para imponer este reglamento ilegal. Existen antecedentes: un acuerdo de Arana con los fujimoristas, cuestionado por el MNP, logró que estos pusieran a Jorge Castro, un parlamentario de su grupo, como vicepresidente de la comisión Lava Jato a cambio del voto que le entregó al fujimorista Víctor Albrecht la presidencia de la comisión. Meses después Albrecht se vio obligado a renunciar, por estar involucrado en el escándalo que la comisión que presidía precisamente debía investigar. Los conflictos hasta aquí son políticos. Pero se trasgrede una barrera ética infranqueable cuando se monta una innoble campaña de ataques a los adversarios que ha llegado hasta la inaceptable barbaridad de que una trabajadora sexual simpatizante de Arana acuse a Marisa Glave de “prostituta” en las redes sociales, siendo entusiastamente respaldada por activistas del mismo grupo. Marco Arana haría bien en ejercer docencia política poniendo orden en sus filas. Marisa Glave en mi opinión personal es la mejor congresista de este Congreso y asumo el insulto contra ella como personal. Admiro el coraje de Marisa, su honradez, su capacidad política y su coherencia personal. No está de más recordar que es la congresista más votada de la izquierda.