El daño de Fuerza Popular (FP) a su perspectiva y al país.,Al actuar con tanta prepotencia como con tan poca inteligencia, FP se vuelve un factor de desestabilización democrática en vez de aprovechar este lustro para aportar al fortalecimiento institucional y, de paso, dejar atrás la sombra de su pasado autoritario. Por ejemplo, su manejo del indispensable proceso de reforma electoral constituye, por varios motivos, una expresión inequívoca de su invicta vocación por persistir en el error. Esto queda claro en la columna de Fernando Tuesta de ayer en El Comercio, que concluye que una reforma electoral “debe tener como base el acuerdo político para que la discusión sea ordenada y con norte”. En este sentido, cada vez es más claro que FP tiene en mente una reforma electoral que solo contribuya a mejorar las condiciones para ver si, por fin, luego de dos fracasos consecutivos y estridentes, ganan una elección presidencial, en lugar de construir una mejor democracia. Por ello, tiene razón Tuesta cuando concluye, a propósito de la reforma electoral, que “pocas veces el fujimorismo ha tenido una oportunidad de aportar institucionalmente al país”, pero que “la está perdiendo”. ¿Por qué el fujimorismo carece de la inteligencia suficiente para darse cuenta de que su mejor propuesta para el país pero, también, para sus propios intereses, sería apostar por una mejor democracia, en lugar de hacer lo que está haciendo, es decir, demoler la posibilidad de progreso y fortalecimiento institucional en el Perú, algo que mejoraría significativamente su propia perspectiva electoral? Lo más probable es que esta falta de capacidad para alcanzar una visión orientada en esa dirección obedezca al combo letal de sangre en el ojo, piconería y sed de venganza, junto con la arrogancia pero, principalmente, a una escasa inteligencia, algo que –orientada para el mal– sí tenían cuando Vladimiro Montesinos era el gran coach de la agrupación. Ahora el fujimorismo –expresado a través de FP– actúa con mucho músculo pero poco cerebro, y por ello cree que golpeando con interpelaciones y censuras se posicionará mejor para las próximas elecciones, cuando en realidad ocurre todo lo contrario. Y tratan, entonces, de compensar su falta de inteligencia y de estrategia, con prepotencia y una arrogancia que se proyecta como bastante ridícula cuando la exhiben los congresistas de la ‘mototaxi’, cuyos escasos atributos intelectuales saltan a la vista en cada intervención pública que realizan, algo que daña al país y a la propia perspectiva del fujimorismo.