Entre la política regional y la nacional hay algunos tabiques que parecen tradicionales. No es lo mismo pisar fuerte en la región que operar en Lima. El viejo sueño de una alianza de políticos regionales capaz de llegar a Palacio aún está por materializarse. Pero a la vez son dos espacios con relaciones dinámicas. Cuando empezó a configurarse el actual espacio político regional muchas figuras locales lo consideraron una suerte de segunda opción, una plataforma para dar el salto a los cargos electivos de la capital. Los casos más notorios fueron de alcaldes interesados en incorporarse a listas para el Congreso. Algunos lo lograron, no muchos. Luego llegó un momento en que el tránsito político a Lima perdió mucho atractivo. Las inversiones, el canon, las oportunidades tuvieron mucho que ver con eso. De pronto las figuras regionales decidieron, de manera casi unánime, quedarse a hacer política en su espacio local, donde las cosas tenían creciente interés. Estamos entrando a una tercera etapa. Políticos que han pasado con relativo éxito por los laberintos del poder limeño empiezan a mirar a la región como un espacio en el cual continuar su carrera. Para las élites administrativas locales, aquejadas de una crisis de corrupción, esto puede ser una buena noticia. Los casos del dirigente aprista Omar Quesada (Ayacucho) o de Yehude Simón (Lambayeque) son ejemplos de lo anterior, y no van a ser los únicos interesados en volver al terruño el próximo año. Para los partidos nacionales que se han encogido electoralmente, la lista parlamentaria es una ilusión riesgosa. Pero no será un retorno fácil. Fuerza Popular parece empeñada en traer de vuelta la reelección de alcaldes y gobernadores regionales desde el 2021, y si esto se concreta la competencia en provincias se va a intensificar en el bicentenario. Venir de la capital no necesariamente va a ser la mejor carta de presentación. Rara vez lo ha sido. Quizás más importantes que los temas de la reelección o no reelección son los del establecimiento de mecanismos eficaces de fiscalización en los gobiernos subnacionales. No es tan seguro que ya hayamos superado la epidemia de autoridades denunciadas, investigadas, prófugas o presas que ha marcado los tiempos recientes.