Con el ministro Martín Vizcarra se ha producido una interpelación completa, pero solo una suerte de semi-censura. Si se llega a producir una censura, esta será en virtud de una opinión emitida por la Contraloría. Con este novedoso mecanismo Fuerza Popular se estaría lavando al menos una de sus manos en el asunto. Otro caso en que una mano lava a la otra. A pesar de la postergación, las perspectivas de Vizcarra no son muy brillantes. Pues la Contraloría anda con la espada desenvainada en su notoria pugna por espacio con la Fiscalía de la Nación. Además el mecanismo le permite censurar sin censurar, una obvia acumulación de fuerza política. FP le ha dado la señal, al expresar insatisfacción con las respuestas. Una hipótesis es que Vizcarra se puede salvar porque censurar a dos ministros al hilo sería excesivo, incluso para FP. De modo que el vicepresidente sería perdonado para abrirle paso a una censura en regla al ministro del Interior Carlos Basombrío. Esta hipótesis de una cabeza por otra circula con el nombre de chivo expiatorio. Dos censuras seguidas, e incluso el solo peligro de dos censuras seguidas, es un indicio de la velocidad a la que ha perdido efecto este recurso político. Sería una lástima perder a cualquiera de los dos ministros, pero como descubrimos con la partida de Jaime Saavedra, no sería el fin del mundo político para el Ejecutivo. Los argumentos para censurar a Vizcarra serían de tipo más bien administrativo, un territorio sumamente opinable en estos tiempos de tanta acuciosidad para revisar la viga en el ojo ajeno. Pero el argumento contra Basombrío, una deslucida marcha del Movadef, pertenece de lleno al puro terreno de la subjetividad política. Ya que hemos mencionado la nueva fórmula de la semi-censura, cabe mencionar también la de la semi-denuncia que acaba de estrenar Marcelo Odebrecht en sus declaraciones a fiscales peruanos, tal como da cuenta Gustavo Gorriti en un informe de la ONG IDL. Allí aparece Odebrecht diciendo que “se había apoyado a Keiko Fujimori y a la candidata aprista [Mercedes Aráoz]”. Pero luego Odebrecht puntualiza que el único que podría probar que fue así sería el propio Jorge Barata. Con lo cual la delación queda colgada de una nueva delación.