Como hace 25 años, FP se dirige a disolver el sistema.,La perspectiva política peruana corre el riesgo creciente de dirigirse a una gran colisión que, como hace 25 años, quiebre la democracia. El anuncio de que, junto con la censura en marcha de Carlos Basombrío, se reabrió un proceso similar contra Martín Vizcarra, son solo dos expresiones claras de que el fujimorismo va a presionar al gobierno de Pedro Pablo Kuczynski hasta el chantaje para resolver sus pugnas internas. Dichas pugnas obedecen al pulseo entre los hermanos Fujimori sobre cómo sacar al padre de la Diroes e, incluso, si realmente desean liberarlo de su centro penitenciario particular. Kenji quería hacerlo con premura usando la ley Vieira para que pase a un arresto domiciliario, mientras Keiko –que aún controla a la bancada de FP– desechó esa posibilidad, y plantea conseguirlo mediante el indulto tras poner a PPK contra las cuerdas. Según lo expresado por la guardia dorada de Keiko –los congresistas más keikistas y su creciente número de gonfaloneros mediáticos y digitales–, se advierte que su contraataque viene con todo e incluye, para empezar, hacer valer su peso en el parlamento para desestabilizar al gobierno jugando bowling con los ministros como si fuesen palitroques. Así, lo más probable es que en las tres semanas siguientes se produzcan dos censuras –Basombrío y Vizcarra– en ceremonias en las que Alcorta, Letona, Becerril, Galarreta, Aramayo y Beteta exhibirán, como de costumbre, más colmillo que intelecto. El entorno keikista quiere hacerle creer a su lideresa que está en marcha un complot del gobierno para dividir al fujimorismo y, entonces, transmiten expresiones que la proyectan como una ‘estadista’ herida que debe responder hasta con la guillotina para esos ‘instigadores’. Esos ‘cómplices’ también son ubicados por los keikistas en los medios que critican a Keiko, por lo que es muy probable que el embate naranja se cargue ahora a la prensa mediante la aprobación fast track de la ley Letona-Aramayo para mellar la libertad de expresión en el país. Y si este espíritu de Rottweiler que hoy impregna a FP no se ve satisfecho en el corto plazo, lo más probable es que no se contenga hasta llegar a la vacancia presidencial de PPK. Para los fujimoristas, la única manera de evitar ese desenlace es que el gobierno se allane a su plan, reconociendo, en la práctica, que Keiko manda más qué PPK. Algo que no deja de parecerse a un golpe. Así, no deja de ser curioso que 25 años después, el fujimorismo se dirija, otra vez, ahora con la hija de Alberto, al quiebre institucional.