La curiosa complicidad del fujimorismo con el Movadef.,Movadef buscaba un efecto publicitario, y el fujimorismo se lo concedió sin remilgos, aunque el ministro del interior Carlos Basombrío podría pagar las consecuencias del arrumaco. Un grupo del Movadef aprovechó una marcha por el Día del rabajo para desfilar con pancartas que pedían “corte de juicios y basta de odio y venganza” para varios dirigentes condenados de Sendero Luminoso (SL), incluyendo Abimael Guzmán. Este hecho, sin duda repudiable por ser gente que sigue considerando que el terrorismo de SL estaba justificado, ha generado un debate intenso entre quienes creen que la norma vigente permitía a la policía detener a los marchantes por apología del terrorismo, y los que consideran que estaban al filo de lo tolerado, haciendo uso de su libertad de expresión. No es una norma sencilla. Por ejemplo, Andrés Calderón señaló ayer en El Comercio que “quien hoy día cree que la ley manda a la cárcel al que levanta una pancarta con el rostro de Abimael Guzmán; por coherencia, también debería augurar un destino similar a quien lo hace con la cara de Alberto Fujimori”. Esto ocurre cuando SL –a través del Movadef– y el MRTA quieren formalizarse en la política, asunto que será motivo de otra columna, pues hoy interesa analizar la suerte de Basombrío en el gabinete cuando el fujimorismo ha decidido sacarlo, como ya ha adelantado Lourdes Alcorta con una revolucionaria innovación constitucional: censura sin interpelación. Basombrío ha respondido que Dircote realiza un seguimiento estrecho al Movadef; que la ley actual impedía detener a sus marchantes; y que la relevancia de este grupo es nimia: “Un movimiento proterrorista de pacotilla no puede marcar la agenda”. Sin embargo, el caramelo que el Movadef le puso a Fuerza Popular (FP) era imposible de rechazar porque al fujimorismo le conviene que la gente crea que el terrorismo sigue vivo y que ellos son únicos con los pantalones bien puestos para detenerlos. Y como FP necesita recuperar imagen, y ya pasó el momento de censurar a Martín Vizcarra, ahora pretende tumbarse a Basombrío justo cuando su gestión al frente del complejo Ministerio del Interior empieza a ser reconocida. Más o menos, como el fujimorismo lo hizo con Jaime Saavedra hace cinco meses. Y esto ocurre, además, cuando se pone fuerte la competencia para reemplazar a Luz Salgado en la presidencia del Congreso, lo cual le hace creer a Alcorta que, ofreciendo a los dioses naranjas la cabeza de Basombrío, ganará sus amores y favores.