El cuestionamiento a la boda de Korina Rivadeneyra.,Nunca he visto estos programas ‘reality’ juveniles –y no me parece mal que existan para quienes quieran verlos–, pero el debate convertido en bullying contra Korina Rivadeneyra ha desbordado el espacio con frecuencia fingido de la farándula y plantea un dilema que debiera resolverse con sentido común.Sospecho que, como este columnista, varios lectores de este espacio no deben tener idea de quién es Korina Rivadeneyra. Para hacer corta una historia larga, es una modelo venezolana que trabaja en uno de estos programas sin tener sus papeles en regla y que, en el contexto de una investigación de la Superintendencia Nacional de Migraciones sobre la legalidad de su situación en territorio peruano, se casó con Mario Hart –una estrella de estos programas– buscando, de esta manera, subsanar los cuestionamientos a su estatus legal.Por un lado, es claro que la hoy ex señorita Rivadeneyra está en situación irregular en el Perú. Como precisa una nota difundida por Migraciones, “los extranjeros que deseen laborar en el Perú deben cumplir las condiciones establecidas en la nueva Ley y Reglamento de Migraciones y, además, pagar sus impuestos como hacen los ciudadanos peruanos”.Por el otro lado, Rivadeneyra contrajo matrimonio con Hart en Huaral. Pero, en medio del debate previo, la alcaldesa del distrito objetó la legalidad de dicho trámite porque a Migraciones le dijo que vivía en Miraflores y a su municipio que lo hacía en ese lindo lugar del norte chico.Entonces, se amplificó el debate produciendo un alud de pedidos para anular su matrimonio y expulsarla del país, varios de ellos marcados por un espíritu de xenofobia, misoginia y moralina barata.Lo más ridículo del alud de críticas son las alusiones a las ‘verdaderas razones’ por las que Hart –alguien a quien es obvio que no lo han comprado para hacer el trámite– decidió casarse con Rivadeneyra: por amor, por conveniencia o sabe Dios por qué. Como si el amor fuese la única razón para casarse de la gente que se casa.Acá entran en conflicto dos conceptos. Por un lado, el cumplimiento de la ley. Por el otro, el principio constitucional de la promoción de la familia, uno de cuyos mecanismos de establecimiento es el matrimonio. Entre ambos, debiera prevalecer el segundo, lo cual implicaría que Korina Rivadeneyra debe regularizar su situación migratoria, pagar los impuestos eludidos, y seguir casada hasta que ella y Mario Hart quieran. En asuntos como estos, el sentido común debe imponerse al legalismo.