Durante un decenio compartí con Gustavo Mohme Llona una vasta oficina en el segundo piso de Camaná 320, donde ya entonces empezaba a faltar espacio para una empresa en expansión. Mi escritorio ocupaba una esquina, donde yo ya escribía esta columna. Que aceptara compartir ese aposento era un gesto de confianza por parte del director del diario.Nunca descifré si le gustaba más ser periodista, político, o congresista. Entre las tres actividades se iba su jornada de trabajo, y todas lo apasionaban. Por su oficina pasaba gente de los tres mundos, en lo que para Gustavo era una conversación continua sobre proyectos, campañas, alianzas, titulares o preparaciones para el hemiciclo.Su percepción de la tarea izquierdista ciertamente era unitaria. A lo largo de los años lo pude ver impulsando iniciativas conjuntas de todas las fuerzas, alianzas electorales, proyectos multipartidarios, actividades para mantener La República a flote, y ciertamente sus propias campañas para seguir en el Congreso. Es obvio decir que ahora sería de enorme utilidad.De la docena de ingenieros y empresarios, una mayoría de ellos amigos suyos, que fundaron este periódico a su lado, sin duda Gustavo fue el que más creyó en la importancia de la prensa para las posiciones progresistas en la política. En este sentido no solo participó en su fundación, sino que además lo refundó. Con su paso a la propiedad total de la empresa La República se convirtió en otro tipo de periódico.Fue un socialista moderado, en quien siempre percibí un rastro de su paso por el ala izquierda de Acción Popular. Pero aun así estaba siempre abierto a entenderse con posiciones mucho más radicales. Lo suyo era el frentismo popular, y en efecto pudo participar en su auge desde los años 80. Con ideas amplias, ánimo generoso, y un diario en la mano, fue un personaje central en ese proceso.El tiempo que estuvimos confinados a una misma oficina pasó cómodamente, pues ni él aprovechó la cercanía geográfica y personal para tratar de influir en lo que yo escribía, ni yo aproveché mi ubicación estratégica para hacer acopio de datos confidenciales de sus numerosos emprendimientos. Era el jefe, pero sobre todo éramos amigos.