Víctor Andrés García Belaunde Congresista de la República Hace poco, se publicó un artículo de un historiador pradista, en el que plantea no seguir abriendo heridas en un caso emblemático. Es evidente que hace alusión a mi libro El Expediente Prado, con información inédita del dos veces presidente, general Prado, tergiversada por la historia oficial, como el dudoso origen de su fortuna, que en mi opinión explica su deserción del mando supremo en plena Guerra del Pacífico. Todo esto al margen del esfuerzo de sus descendientes por “limpiar” su imagen mediante “historiadores” contratados que crearon documentos falsos e incluso una forzada declaración como prócer en 1944; promovida por su hijo el presidente Manuel Prado, desconociendo al verdadero héroe de la jornada del 2 de Mayo de 1866, José Gálvez. Sin embargo, afirmar que Prado es inocente porque se encontraba fuera de Lima cuando su ministro de Guerra, Mariano Pio Cornejo, contrató la compra de los buques Manco Cápac y Atahualpa sobrevalorados en un 300% y comprados a un intermediario que no era dueño de nada (A. Swift), resulta, por decir menos, pueril. No existe documento alguno de Relaciones Exteriores o la Marina de Guerra que avale la compra de dichos buques, llamados “ataúdes de acero”. Se pretende ignorar la evidencia documental que he mostrado. Cómo negar que Prado hacía negocios en Chile, mientras el Perú era invadido y saqueado por esas tropas, de acuerdo a las escrituras públicas chilenas del 30/04/1879 o la del 27/12/1881. Aseveraciones, como las del cónsul británico en Lima, Sir Spencer St. John, entre otras varias, son verdaderas evidencias de que no se trataba de un error: “el pueblo estuvo asombrado de enterarse que el general Prado se había embarcado a bordo del vapor inglés [propiedad de Wheelwright, cónsul chileno en Liverpool] y zarpó a los Estados Unidos. (…) pero en general su partida es vista como una huida desgraciada.” Y, en la misma línea, el cónsul hace una reflexión sobre la trayectoria del entonces presidente del Perú y concluye: “Siempre he pensado que el general Prado ha sido totalmente desmerecedor de su posición: en cada gran ocasión ha mostrado una lamentable falta de coraje personal y es remarcable que el hombre que en el Perú se presenta bajo el nombre del “Héroe del Dos de Mayo” sea visto en general, como un completo cobarde (…) La reputación financiera del general Prado está a la par con la de su coraje”. Tal como se pretende interpretar una acción así, cualquier hecho de corrupción puede ser justificado. Son los documentos, no las interpretaciones, los que nos dan luz clara sobre la historia. Las heridas sólo se cierran con la verdad y no con interpretaciones inducidas por una familia.