Un acuerdo de convivencia PpK-FP basado en principios.,Los veinte años del rescate de los rehenes del MRTA fueron –salvo para algunos perdidos en el espacio de la izquierda– pretexto de unidad nacional que aprovecharon el gobierno y el fujimorismo para lanzar declaraciones que insinúan un acercamiento que, si se basa en principios, sería positivo. La conmemoración le sirvió al presidente Pedro Pablo Kuczynski para “saludar a la hija de don Alberto Fujimori” y proponer que “tenemos que voltear la página”. El ex presidente Alberto Fujimori expresó su coincidencia (“¡Tiene razón! Los peruanos debemos construir una agenda común con apoyo de todos”); su hijo Kenji tuiteó que “está en lo correcto PPK” y su hija Keiko saludó el homenaje del gobierno a los comandos. Algún tipo de acuerdo sería una buena noticia para la perspectiva política peruana, pues un factor crítico de riesgo de este lustro es que el conflicto entre el gobierno y el fujimorismo lleve al país al despeñadero. Es un arreglo que necesitan, en este contexto, ambas fuerzas políticas. El gobierno requiere el respaldo del congreso para que Fuerza Popular no obstaculice sus iniciativas. Y el fujimorismo tiene el problema de que su forma de hacer oposición no lo ayuda a tener una buena imagen en la ciudadanía. Atacar a la libertad de expresión mediante una parlamentaria que hizo de la extorsión desde un medio un modus vivendi, o los exabruptos de esta semana del congresista Luis Galarreta, son solo dos expresiones de una oposición con más fuerza que inteligencia. Algún acuerdo aunque sea mínimo de convivencia política sería beneficioso para el país y para ambos, pero debería sustentarse en principios y no en componendas como que el gobierno se haga de la vista gorda sobre determinados asuntos democráticos fundamentales. Por ello, esta columna quisiera precisar lo señalado por mi amigo Fernando Rospigliosi ayer en El Comercio sobre que este periodista no aprecie estos gestos de acercamiento entre el gobierno y el fujimorismo, como los del ministro Jorge Nieto, quien “ha hecho, ya desde hace tiempo, todo lo posible por mostrarse como apaciguador con el fujimorismo”. Al contrario. Claro que se aprecian estos gestos y, para ello, el cuidado de las formas y el fondo es crucial. Pero sería inaceptable que un acuerdo implique pasar por agua tibia asuntos tan graves como la mella de la libertad de expresión que promueve el fujimorismo en el Congreso, y que el ministro Nieto diga, seguramente para congraciarse con Fuerza Popular, más de un mes después de iniciado el debate, que no está al tanto del mismo.