Los abogados de Alejandro Toledo insisten en que las actuaciones judiciales contra él son un enredo signado por la mala fe, lo cual plantea un debate para especialistas. Pero para los no versados en cuestiones jurídicas la cosa parece clara desde hace buen tiempo: el ex presidente ha optado por mantenerse prófugo y atribuir las acusaciones a la política. No se entiende bien qué busca. Pero solo está logrando exacerbar el celo de los fiscales y el malhumor de los medios. La decisión de no venir transpira cierta confianza en la protección que pueden darle las normas de los EEUU, donde se ve con malos ojos la extradición de extranjeros con residencia, en casos donde podría jugar un papel la política. Esto último, es decir la opción del perseguido, es la carta a la que se estaría jugando entero Toledo. Además probablemente hay amigos influyentes. Si Toledo puede o no pedir asilo en los EEUU, o transportarse a otro país que se lo conceda, es otro de esos temas jurídicos que no parece haber sido resuelto todavía. Pero sus abogados en Lima se dedican a levantar presión en este tema, con la vista puesta en que una posible imagen de perseguido influya sobre las autoridades de los EEUU. Por lo pronto esas autoridades se han mostrado renuentes a capturarlo. El pedido informal que hizo Pedro Pablo Kuczynski directamente a Donald Trump, para que fuera puesto en un avión a Lima, no dio fuego. No es descartable por lo tanto que aun después de una condena veamos una larga batalla legal para su retorno y el de sus coacusados. Toledo parece estar pagando la protección recibida con un manejo discreto de sus declaraciones, realmente reducidas al mínimo. Lo cual le conviene, pues ya sus primeras declaraciones sobre el caso Ecoteva cuando estaba en Lima demostraron con creces que no es su mejor defensor. Por lo menos sus abogados mantienen versiones únicas. Mientras tanto el partido Perú Posible espera su liquidación por parte del JNE, anunciada para este mes. Si bien se habla de salir a buscar nuevas firmas, nadie parece muy convencido más allá de un diminuto círculo de leales. Toledo ya era fiambre político antes de que empezaran los escándalos por la compra de propiedades.