Los cada vez más frecuentes choques entre Kenji Fujimori y los representantes de su hermana Keiko en el Parlamento han dejado de ser una anécdota para convertirse en la manifestación de fuerzas encontradas en el interior del fujimorismo. Kenji está abiertamente embarcado en una estrategia de distanciamiento con las posiciones de Keiko. Ha condenado abiertamente el acuerdo de la bancada fujimorista de oponerse a la investigación de los crímenes sexuales del Sodalicio calificándolo de “nauseabundo”, lo que provocó una pequeña crisis en la bancada naranja, pues se atribuye a Keiko la decisión de encubrir a Luis Fernando Figari, debido a su cercanía con Pierre Figari, un personaje clave de su entorno. La posición de Kenji fue lapidaria: “No hay forma de poder defender o cubrir legalmente a un pederasta, a un pedófilo”. En la reunión que se convocó para tratar el incidente su posición fue de abierto desafío, recordando los parlamentarios fujimoristas que estaban en el Congreso gracias a su padre y que se habían desentendido de él. El escándalo público que originó, obligó a una rectificación parcial: se encargó a la Defensoría del Pueblo hacer una investigación. Vino luego su condena al proyecto de control de la prensa patrocinado por las congresistas Aramayo y Letona y a la propuesta, impulsada por esta última, de eliminar la protección legal a las minorías sexuales y a las víctimas de feminicidio. Keiko se vio obligada a intervenir: “Los corruptos en la prensa atentan contra nuestro derecho universal a tener una información veraz”. Los parlamentarios fujimoristas, envalentonados por el apoyo de Keiko, han ido escalando el tono de sus respuestas, ya sea enrostrando al menor de los Fujimori que no trabaja con su bancada y que no asiste a las reuniones, o ninguneándolo, como ha hecho la congresista Letona: “Tengo un hijo adolescente, Kenji es un chico, está creciendo”. Kenji elevó la apuesta en el programa Cuarto Poder: “No es cierto que la política sea una cloaca donde solo se negocia intereses (…) la política no tiene que ser un basural despreciable”. ¿Piensa Kenji romper la bancada fujimorista? Aunque ese pudiera ser el resultado final de un descontrol del enfrentamiento, él se ha apresurado a descartar que ese sea su objetivo: “no tengo la intención de ser candidato a la presidencia de la República”. Para hacer más enfática su afirmación, ha negado ser autor de los mensajes que propaló durante la campaña anterior, anunciando su posible candidatura para el 2021: “Esos tuits nunca los lancé yo, yo delegaba esas funciones [...] Fue un tremendo error”. Atribuyó, además, su decisión de no ir a votar por su hermana a “picos de estrés”. Si Kenji anuncia su acatamiento al liderazgo de su hermana, ¿qué sentido tiene su enfrentamiento público con sus posiciones? Conviene ampliar el panorama. Sus tomas de distancia son parte de una estrategia muy bien pensada, cuyo norte es lanzar un Kenji recargado, con iniciativas inteligentes como la de canalizar ayuda para los damnificados de las inundaciones a través de la esposa del Presidente de la República y autor de sesudos artículos publicados en la página editorial de El Comercio, cuidadosamente elaborados en el fondo y la forma, cuya autoría da materia a la controversia (el estilo apunta a Jorge Morelli). Por supuesto esta no es la posición real del fujimorismo histórico; recuérdese las esterilizaciones forzadas y la compra de los medios en la salita del SIN. Se rumorea que cuenta con un equipo asesor en manejo de imagen al que se han integrado viejas glorias del fujimorismo como Carlos Orellana (señalado como autor de los artículos que firmaba Alberto Fujimori), Carlos Raffo y el mencionado Morelli. Kenji ha asumido la representación del fujimorismo histórico articulado en torno a su padre, Alberto. La creciente autonomización de Keiko como líder fue acompañada con el desembarco de los colaboradores cercanos de su padre y ahora estos presionan por una recomposición orgánica que les reconozca un espacio de poder. Es ilustrativa la historia de la dirigencia del ultraderechista Frente Nacional francés: Jean-Marie Le Pen, el fundador, promocionó como líder a su hija Marine. Así que esta se consolidó como una figura nacional, se desembarazó de su padre, pasándolo al retiro, todo matizado en medio de escándalos de corrupción. Ahora disputa la presidencia de Francia. Si alguien cree que Keiko no da la talla recuerde cómo llegó a Primera Dama. Kenji expresa pues a un sector del fujimorismo que no piensa aceptar pasar a retiro sin pelear. Eso apunta y resume su ideario: “Nuestro líder histórico es Alberto Fujimori. Nuestra lideresa actual, Keiko”.