El partido Perú - Uruguay del martes en el Estadio Nacional.,La noche del martes será inolvidable para todos los que asistimos al Estadio Nacional al partido Perú-Uruguay. Primero, porque se ganó, que es a lo que, entre otras cosas, se va al fútbol, y que es tan importante para una afición sedienta de triunfos y empachada de frustraciones. Pero, además, porque se le ganó a un gran equipo como la selección uruguaya, que cuenta con Luis Suárez, el mejor centro delantero del mundo, estrella del Barcelona. Y se le ganó jugando bien, haciendo el mejor partido bajo el mando del entrenador Ricardo Gareca, con cuyo liderazgo este equipo está jugando, cada vez, un poquito mejor. Esta columna no cree que, en los cuatros partidos que quedan, el Perú logre los resultados para clasificar a Rusia 2018. Si eso viene, enhorabuena, pero la mira debe seguir puesta en el mundial del 2022. Y se percibe tanto en lo deportivo como en el plan estratégico, con Ricardo Gareca y Edwin Oviedo, entre otros, la posibilidad de avanzar en esa dirección. Hay mucho por recuperar luego de tantos años de hacer tan mal las cosas, pero hay indicios de que hoy se camina con rumbo más claro. Sin embargo, el partido del martes no solo será inolvidable por el triunfo en la cancha sino por todo lo que se vivió esa noche en el Estadio Nacional, empezando por el peso del contexto de dolor que atraviesa el Perú por las desgracias por los huaicos. Luego de que se entonaran los himnos de los dos equipos, con un respeto impecable de los asistentes por el de Uruguay, así como por los hinchas de ese país que fueron al estadio, el minuto de silencio que continuó en homenaje a las víctimas fue el más sentido que recuerdo haber presenciado en un estadio peruano. Asimismo, el trabajo de las policías y los policías para resguardar el orden fue estupendo pero, mejor que eso, fue la relación de los asistentes al partido hacia ellos, con una actitud de respeto y gratitud que seguramente está relacionada con la actuación de la PNP durante los desbordes que aún continúan en el país. La hinchada no decayó en ningún momento, a pesar de que Uruguay empezó ganando y se tuvo que remontar el marcador con gran esfuerzo, y con un final que dejó a los asistentes tan asustados como agotados, especialmente por esa pelota que se estrelló en el travesaño peruano en el minuto de descuento, lo cual me ayudó a entender un poco al alcalde Luis Castañeda, pues, tras el pitazo del árbitro decretando el triunfo 2-1, no caí en mi asiento por la tensión vivida en el segundo tiempo, sino que, sencillamente, me desplomé en este.