Los desastres naturales y la respuesta pronta y organizada del gobierno han cambiado la situación política del país. Las lluvias torrenciales en el norte, los huaicos arrasadores en Lima y, el más espectacular de todos, el desborde del río Piura que inundó la ciudad y que ha destruido al bajo Piura, han despertado una solidaridad generalizada y nos han recordado a todos los peruanos que constituimos, más allá de nuestras variadas diferencias, una comunidad política nacional. Ha sorprendido a muchos la respuesta organizada del gobierno, no del caudillo que se mete al barro para que lo filme la TV, sino de todo el gabinete que acompaña a la población en su desgracia y la atiende en la medida de lo posible. La responsabilidad de las regiones y las zonas afectadas ha sido asignada a ministros específicos. ¡Por fin existimos para gobierno de Lima! me “whatsapeó” el alcalde de Santo Domingo, un distrito de la sierra de Morropón, en donde yo nací y en el que se habían caído aviones por accidente, pero al que nunca habían llegado helicópteros a rescatar enfermos para ser atendidos en el Hospital Regional de Piura. También ha sorprendido el desempeño eficiente, y heroico en algunos casos, de la parte más organizada del Estado, las FFAA y la Policía, en esta etapa de emergencia. La solidaridad y la reacción organizada del gobierno han cambiado la agenda política del país, han desplazado la iniciativa política de la oposición al gobierno, han acallado temporalmente a la oposición más beligerante, han frenado la caída de PPK y han permitido la remontada del gobierno en las encuestas y la sanción pública de algunas autoridades que la gente juzga incompetentes y corruptas. ¿Se mantendrán estos cambios políticos una vez concluida la situación de emergencia? No necesariamente. Por de pronto, la solidaridad se debilitará hasta desaparecer. La permanencia de los cambios políticos dependerá de la forma como el gobierno enfrente el desafío de la construcción y de la reconstrucción de las regiones y de las zonas dañadas y afectadas. Es un buen signo que haya desechado la designación de un “zar”. Esto significa que el gobierno como tal asume el desafío a través de un equipo de gobierno y de políticas públicas multisectoriales bajo el comando de la PCM. Otro factor es el contenido programático de la acción de gobierno en las zonas devastadas. Si se limita a la reconstrucción de la realidad pre-existente a los desastres naturales es probable que el gobierno reciba un apoyo débil y temporal de los ciudadanos y el país vuelva a la situación política anterior. Si la reconstrucción, en cambio, es acompañada por políticas de prevención de largo aliento (acondicionamiento del territorio, construcción de grandes reservorios de agua, planificación urbana, construcción de drenajes profundos en las ciudades, amurallamiento y encauzamiento profundo de los ríos) tendremos un cambio importante en el país con gran apoyo ciudadano. Otro factor importante será la eficacia y la transparencia de la burocracia civil y de todo el Estado en el desarrollo de las tareas y de las políticas públicas de reconstrucción y construcción (prevención) de las zonas devastadas. Esta es una tarea de titanes.