@lauermirko Si hay un tema en el que deberían actuar juntos y cuanto antes el Ejecutivo y los partidos del Congreso ese es el de los jueces que echan al tacho el trabajo policial. En los hechos se convierten en integrantes de las bandas que liberan inopinadamente, y por tanto un problema de inseguridad que se suma a los demás. PUEDES VER: Juez libera a 3 policías y 26 implicados en banda de extorsionadores. Desde sus escritorios jueces así están difundiendo la idea de que no tiene sentido la lucha contra la inseguridad, potenciando los argumentos de la actividad delictiva, desalentando el trabajo de la policía, desperdiciando recursos públicos invertidos en la captura de hampones. En más de un sentido, son mucho peores que los delincuentes, y le producen a la sociedad daños duraderos. ¿Por qué está sucediendo esto? Una obvia primera idea que viene a la mente es dinero. Pero puede haber otros motivos, como el miedo a los peligrosos capturados, o una convicción de que nadie va a sancionar realmente al juez. Aunque no se puede descartar algunos casos de excelsa tontería, asentada en un sentimiento de omnipotencia. Son todos motivos posibles que no se contradicen. En cierto modo la situación recuerda los tiempos en que las capturas de senderistas empezaron a rebasar el sistema judicial. Jueces preocupados por su vida simplemente empezaron a liberar a todo el que les ponían delante. Con lo cual disminuyeron las capturas y aumentaron los muertos. Hubo que pasar al empleo de jueces sin rostro. Desde otro ángulo, no es descartable que en algunos casos poderosas bandas que han logrado incorporar policías (incluso jefes policiales) a sus filas también hayan logrado sumar algunos jueces locales a su organización. Aunque con suma o sin suma, el resultado final es el mismo: la impunidad que brota de los tribunales. Si los diversos grupos opositores piensan que este es un problema exclusivo del gobierno, léase del Ejecutivo, cometen un grave error. El reinado de las bandas criminales en expansión tiene la capacidad de llegar a un punto de no retorno, y asumir la complejidad y resistencia de un problema social, como en países de Centroamérica. El imperio de las infames mafias de Sicilia y otros lugares de Italia terminó obligando a establecer un sistema de jueces específicamente dedicados al tema.