Hubo un tiempo en que la jovencita Keiko podía pasar por víctima de las circunstancias de su corrupto, angurriento de poder y abusivo padre. Pero tras dos intentos fallidos por ser presidenta, Keiko ha demostrado ser fiel consecuencia de sus circunstancias y avanzada aprendiz y constructora de su propia corte de políticos de ínfima calidad (investigados por narcotráfico, corrupción, desbalance patrimonial y más). Keiko creció en un entorno en que la corrupción, la prepotencia y la mentira estaban normalizados (desde sus tíos prófugos pasando por todo el aparato de gobierno de su padre); se hizo mujer y política traicionando a su propia madre. Es bastante improbable que alguien que ha convivido con tal decadencia moral y legal sea algo diferente. Keiko, pasados los 40, lo ha demostrado. Los requisitos para pertenecer a este nuevo fujimorismo parecen ser: ansias de poder, moral y conciencia laxas, ser abusivos en formas y lenguaje, despreciar la empatía, la vocación social y la democracia; deben entender la política como medio de lograr, no el bien común, sino el propio y el del partido; si tienen un proceso por corrupción, desbalance, lavados de activos, robar, mentir o narcotráfico (y tienen dinero) pueden llegar a la cúpula. A los demás se les exige tolerancia con los corruptos del partido, cuando no complicidad. Keiko ha demostrado, desde que perdió las elecciones, que la revancha es todo lo que les importa y los mueve. Y como dos gotas de agua con su padre, este fujimorismo de Keiko ha mostrado también ser implacable cuando se trata de torcer las herramientas de la democracia y usarlas como coartada para sus fines abusivos. Se llenan la boca justificando su prepotencia congresal en un supuesto “mandato democrático”. Pero no olvidemos que el fujiaprismo sacó a Guzmán de carrera y que por las mismas razones que sacaron a Acuña perdonaron a Keiko. No ganaron limpio esas curules aunque el sistema lo haya validado con sus trampas. Su legitimidad es cuestionable. Desde Alberto a Keiko, el modus operandi fujimorista no cambia: convertir lo ilegítimo en legal usando argucias y trampas para decirse avalados por el sistema formal. Así envenenan la política y al país. Su entraña dictatorial expresada en el poder legislativo ya se hizo de un cuestionado Defensor del Pueblo, Jefe de Sunat y ahora están en campaña por hacerse del MINEDU y del Concytec. El último atropello ha sido en la elección al BCR (sin debate ni socialización) de tres cuestionados personajes: Chlimper por tener un proceso pendiente por trucar audios para limpiar a un investigado del partido por narcotráfico(Joaquín Ramírez). Rafael Rey porque no tiene la más peregrina idea de qué trata el puesto. Y Elmer Cuba, dueño de una consultora económica, Macroconsult (https://goo.gl/GmDVMK). Este deleznable atropello ha sido incluso cuestionado por propios analistas y medios de derecha como Correo (https://goo.gl/Wv5dVV) y Semana Económica (https://goo.gl/UnPzmG) La ley orgánica del Banco Central de Reserva (https://goo.gl/dY8xUo )dice en el Art. 11: “Los directores deben ser peruanos, tener reconocida solvencia moral y poseer amplia competencia y experiencia en economía y finanzas. No representan a entidad o interés particular alguno…”. ¿De qué solvencia moral puede gozar alguien acusado de algo tan grave como Chlimper? Rey no tiene ni amplia competencia ni experiencia alguna en economía y finanzas. El colmo es que Rey diga que se pondrá a estudiar, o sea, pagado por todos nosotros, cuando hay tanta gente proba con credenciales. Y Cuba representa a un interés particular asociado a ese trabajo: su consultora. Lo dice la ley, señores, y si el fujimorismo, con el aprismo y la bendición cómplice de PPK la transgreden para pagar favores, nosotros no lo aprobamos, no lo aceptamos y desconoceremos la autoridad moral de todos ellos para exigir a los peruanos el cumplimiento de cualquier ley. Porque si ellos pueden tan descaradamente desentenderse de nuestras propias y explícitas leyes por motivos extrapaís, nosotros por qué no. Estas circunstancias apremiantes para el nuevo fujimorismo de Keiko, en la que perdieron la oportunidad de ser gobierno por sus propias fechorías y apañamientos, los ha terminado de desnudar. Vienen dejado constancia a un público cada vez más amplio (y que accede por las redes a información sin censuras de la gran prensa) cómo el fujimorismo de Keiko –hoy con un ostensible poder en el Congreso– no puede y no sabe hacer otra cosa con el poder que abusarlo, usarlo para obstruir las posibilidades del país y para llenarse los propios bolsillos y el de sus amigos. Pero sigan equivocándose tan bien, adelante, todo suma (o en su caso, resta) para el 2021. Estaremos listos.