Que no pasen cinco años más

La reforma política debería debatirse desde el primer día.,A pesar de que la economía peruana creció significativamente durante las últimas décadas, ello no contribuyó a mejorar la institucionalidad política del país. Podemos encontrar casos en los que esta, más bien, se ha debilitado. La confianza en nuestras instituciones está por los suelos y no es para menos. El Poder Legislativo, más que un poder del Estado, parece una debilidad del mismo. Igual con el Poder Judicial. Su legitimidad es muy baja y no se advierte un cambio de esta situación. Lo mismo sucede con los partidos políticos y los procesos electorales. Si bien estos últimos gozan de mayor confianza ciudadana, en la última campaña quedó demostrado que las reglas de juego necesitan ajustes importantes. Si nuestra “institucionalidad chicha” no ha colapsado es solo gracias al crecimiento económico que nos ha acompañado, pero el escenario global y local plantea nuevos retos que no podemos dejar de observar. Por ello, urge orientar nuestros esfuerzos hacia la construcción de un Estado más moderno y eficiente. Sobre todo, un Estado con instituciones que cuenten con legitimidad propia, que funcionen y que funcionen para todas las personas en todos los rincones de nuestro país. El Estado cumple un papel esencial que haríamos mal en desconocer. El Congreso pasado eludió tomar las medidas necesarias para revertir esta precariedad. Priorizó intereses secundarios sobre la urgencia de orientar esfuerzos hacia una reforma institucional a fondo. El nuevo Congreso puede revertir esta situación. En campaña todos los partidos se comprometieron, incluido el de gobierno y el fujimorismo –al compás de los ofrecimientos electorales–, a asumir como prioritarias, al menos, la reforma del sistema electoral y del sistema de justicia, así como la adopción de medidas que mejoren el funcionamiento del Congreso y que favorezcan la transparencia en la administración pública. El tiempo ya está corriendo. Confiemos en que, luego de las primeras semanas de aclimatación, nuestros representantes dejen de lado la pullas para dar paso a la sensatez. Que se abran las puertas del consenso, al menos en estos temas, necesarios para recuperar la confianza en las instituciones, dotar de mayor legitimidad a nuestras reglas de convivencia y consolidar nuestra forma de organización democrática. Que no pasen cinco años más.